viernes, 27 de noviembre de 2009

Educación y sanidad

Aunque estoy muy convencida de mi trayectoria vital, hay veces que no puedo evitar sentirme un poco tonta. Se supone que tengo derecho a educación y sanidad gratuita en España, pero yo llevo años pagando colegio y seguros privados. Esa es la razón de que muchas veces no lleguemos a fin de mes. Muchos estarán pensando que allá nosotros si queremos gastar dinero en cosas innecesarias. Sin embargo, yo creo que, teniendo hijos, no hay nada más necesario en que podamos invertir. Porque la educación de los hijos es un proyecto a largo plazo, y la sanidad es calidad de vida y garantía de salud.

Soy consciente de que, aquel que quiere estudiar, lo hace en un colegio público, aun cuando el ambiente no acompañe y tenga múltiples tentaciones. Pero, sin embargo, cuando uno es más bien distraído, necesita un profesor que esté encima asegurándose de que atiende. Los colegios privados no son intrínsicamente mejores de calidad que los públicos. La gran diferencia está en que mantienen vivos conceptos como la autoridad, el silencio, la disciplina y el respeto. Por esa razón, cualquier niño o niña tiene mayores posibilidades de sacar adelante sus estudios y conseguir sus objetivos en un centro privado que en uno público.

En cuanto a los médicos, hay mucha diferencia entre poder llevar a tu hijo a un dermatólogo inmediatamente o depender del dictado del médico generalista, que esté o no de acuerdo, y luego hacer la lista de espera. También es fundamental para mí haber podido dar a luz estando en una habitación privada, con la única compañía de mi marido, que tenía su propia cama a mi lado. Supongo que a mucha gente le da lo mismo, pero en mi caso creo que facilitó mucho las cosas para que la situación fuera más llevadera y la recuperación más rápida. Sólo por eso, ya me valía la pena el gasto.

Así que no veo qué problema pueden tener algunos con que otros decidamos "tirar" el dinero en sanidad y educación, teniendo en cuenta que no dejamos de pagar y contribuir al mantenimiento de la sanidad y la educación pública. Es decir, que, al no utilizar esos servicios, estamos además dejando libres más recursos que posibilitan la mejora de los centros públicos, al reducir el número de alumnos y la saturación de las salas de espera. Sinceramente, creo que sí que estoy haciendo el tonto, pero es mi problema, si prefiero gastar en eso el dinero antes que en viajes, electrónica o ropa. Me aseguro una educación más exigente para mis hijos y una atención más directa en medicina.