miércoles, 9 de septiembre de 2009

Porque lo digo yo

Como he dicho otras veces, intentar razonar con niños muy pequeños es una pérdida de tiempo y sólo crea confusión. Incluso con niños más mayores resulta difícil. Yo lo intento, de verdad, pero hay veces que te metes en una discusión interminable que no lleva a ninguna parte. Para acabar enfadándose, a veces es mejor cortar en seco con el clásico "porque sí". He comprobado en estos años que las familias que intentan llegar a un acuerdo en todos los temas, son aquellas en las que al final todo el mundo está descontento. Sin embargo, que alguien tenga la última palabra, evita los conflictos antes de que surjan. Yo no suelo enfadarme por nimiedades. No vale la pena. Intento explicar mi punto de vista, pero no discutirlo durante horas.

Una familia funciona igual que una manada de lobos. Hay una pareja dominante que cuida de su prole. El problema surge al haber varios adultos en el grupo familiar, porque empiezan a disputar el liderazgo. A veces no se trata tanto de conseguir algo como de salirse con la suya. Hay que tener cuidado con estas situaciones porque a veces degeneran en tensiones y violencia. Es preferible dejar claro desde el principio que, mientras vivan en esa casa seguirán tus reglas; incluso, aunque el corazón te esté diciendo otra cosa. Además, no hay que olvidar que, ese tipo de diferencias de criterio entre los padres sobre la autoridad, está detrás de muchas separaciones. La pareja alfa no debe ceder su puesto a los hijos.