lunes, 6 de julio de 2009
No hay nada más importante
Cuando empecé a escribir en internet lo hice de una forma natural, como lo venía haciendo desde que aprendí la escritura y anotaba mis pensamientos en hojas sueltas. El contacto con otros blogueros me ayudó mucho a darme cuenta de dónde estaban los problemas y hasta qué punto la gente se siente perdida en un mundo sin referencias morales. También encontré gente encantadora que me enseñó otros puntos de vista para enriquecer los míos. Así durante tres años, hasta que llegó el momento de descubrir realmente cuál era mi objetivo en este mundo virtual, la razón que me había atraído desde el principio a participar en las vidas de otras personas e introducirme en sus ordenadores. La defensa de la vida es la tarea más grande, más importante y más pura que puede tener alguien hoy en día. Como dice el actor mexicano Eduardo Verástegui:
"El actor y productor mexicano explicó su esfuerzo por trasmitir un mensaje provida porque “ni sumando las muertes causadas por el nazismo y el comunismo, resulta una cifra comparable con las de los abortos, ya que cada año son abortados en el mundo 42 millones de niños. Por eso siento que no estoy haciendo suficiente para defender la vida. Las leyes de muerte nos afectan a todos. Cuando en un país permitimos que el bebé más indefenso corra peligro, la vida deja de tener valor objetivo”.
“El aborto no debería existir”, concluyó Verástegui; “la cultura de la muerte es como el nazismo. Éste enfrentaba al vecino contra el vecino; el comunismo, a los pobres contra los ricos; y la cultura de la muerte a la madre contra su hijo. Con la eutanasia el hombre pierde el respeto a sí mismo y se ve como un objeto. Es importante defender el derecho a vivir de todos. Creo que hay que tratar a todos como nos gustaría que nos trataran a nosotros. Todos podemos hacer algo por salvar la vida de los que corren el riesgo de no nacer”.
No puedo dar un paso atrás, ni aunque quisiera, que no es el caso. Mi vida ahora tiene un sentido superior. Ahora comprendo lo que Dios quiere de mí. Mientras escribo estas líneas miles de mujeres en todo el mundo están acabando con la vida de sus hijos, cosa que no podrán perdonarse nunca. Entretanto unos cientos de médicos abortistas sin escrúpulos se están haciendo ricos a su costa. No podré dejar ya esta lucha, mientras, al menos en España, siga existiendo una ley que permite descartar seres humanos según sus circunstancias. El feto no tiene la culpa de que su madre no se sienta preparada, no sepa quién es el padre o no tenga trabajo. Para eso están las instituciones públicas, para ayudarla a salir adelante y a entregar el niño en adopción si lo desea. El aborto no es un derecho de nadie, es un crimen contra la humanidad, un genocidio. Esos niños pertenecen a la sociedad donde han sido engendrados y son necesarios para su futuro. Su derecho a la vida debería estar por encima de cualquier otra consideración.
"El actor y productor mexicano explicó su esfuerzo por trasmitir un mensaje provida porque “ni sumando las muertes causadas por el nazismo y el comunismo, resulta una cifra comparable con las de los abortos, ya que cada año son abortados en el mundo 42 millones de niños. Por eso siento que no estoy haciendo suficiente para defender la vida. Las leyes de muerte nos afectan a todos. Cuando en un país permitimos que el bebé más indefenso corra peligro, la vida deja de tener valor objetivo”.
“El aborto no debería existir”, concluyó Verástegui; “la cultura de la muerte es como el nazismo. Éste enfrentaba al vecino contra el vecino; el comunismo, a los pobres contra los ricos; y la cultura de la muerte a la madre contra su hijo. Con la eutanasia el hombre pierde el respeto a sí mismo y se ve como un objeto. Es importante defender el derecho a vivir de todos. Creo que hay que tratar a todos como nos gustaría que nos trataran a nosotros. Todos podemos hacer algo por salvar la vida de los que corren el riesgo de no nacer”.
No puedo dar un paso atrás, ni aunque quisiera, que no es el caso. Mi vida ahora tiene un sentido superior. Ahora comprendo lo que Dios quiere de mí. Mientras escribo estas líneas miles de mujeres en todo el mundo están acabando con la vida de sus hijos, cosa que no podrán perdonarse nunca. Entretanto unos cientos de médicos abortistas sin escrúpulos se están haciendo ricos a su costa. No podré dejar ya esta lucha, mientras, al menos en España, siga existiendo una ley que permite descartar seres humanos según sus circunstancias. El feto no tiene la culpa de que su madre no se sienta preparada, no sepa quién es el padre o no tenga trabajo. Para eso están las instituciones públicas, para ayudarla a salir adelante y a entregar el niño en adopción si lo desea. El aborto no es un derecho de nadie, es un crimen contra la humanidad, un genocidio. Esos niños pertenecen a la sociedad donde han sido engendrados y son necesarios para su futuro. Su derecho a la vida debería estar por encima de cualquier otra consideración.