martes, 26 de mayo de 2009
Instinto de supervivencia
Se supone que los seres humanos somos animales mamíferos del orden de los primates, de la familia de los homínidos que se limita al homo sapiens sapiens. Como animales, conservamos algunos instintos primarios, como el de supervivencia que nos lleva a defender nuestra vida, nuestro clan y buscar la reproducción. Sin embargo, la vida en sociedad ha ido limando estas características, de manera que no es normal solucionar los problemas con violencia, sino con leyes y razonamientos.
El tema reproductivo se simplificó mucho al inventarse los anticonceptivos. Ahora teóricamente nadie debería tener hijos si no lo desea. En la práctica, sin embargo, hay muchos fallos. La mayor parte de los embarazos no deseados se producen en mujeres que utilizaban anticonceptivos. Pero no quería hablar de eso hoy, sino del único modo cien por cien seguro de evitar el embarazo: la abstinencia. Existe incluso algo que se conoce como virginidad secundaria, que se refiere a aquellos que hay decidido no practicar más sexo mientras no encuentren a su pareja ideal.
Algunos se llevan las manos a la cabeza al oir la palabra abstinencia, como si el sexo fuera algo tan imprescindible en la vida como comer, dormir o respirar. No recuerdan que siempre ha habido personas célibes, que han vivido una vida perfectamente sana y normal sin probar las relaciones sexuales. El sexo es un instinto animal, pero se supone que una persona es mucho más que un simple animal. Se puede controlar el instinto sexual, igual que controlamos la agresividad, o incluso el hambre o el sueño, si hace falta.
Por otra parte, hay muchas personas que simplemente no disfrutan del sexo, sobretodo mujeres, y eso tampoco afecta a sus vidas de manera significativa. Pretender que la sexualidad es algo siempre agradable e imprescindible en nuestras vidas supone reducirnos a la categoría de mamífero no racional. Hay que darle a cada cosa el valor que tiene. El sexo es una parte de la relación de pareja, importante pero no vital. Ahora es cuando alguno dirá que hablo así porque yo no lo disfruto. Que piensen lo que quieran si eso les hace felices. Hoy me siento generosa.
El tema reproductivo se simplificó mucho al inventarse los anticonceptivos. Ahora teóricamente nadie debería tener hijos si no lo desea. En la práctica, sin embargo, hay muchos fallos. La mayor parte de los embarazos no deseados se producen en mujeres que utilizaban anticonceptivos. Pero no quería hablar de eso hoy, sino del único modo cien por cien seguro de evitar el embarazo: la abstinencia. Existe incluso algo que se conoce como virginidad secundaria, que se refiere a aquellos que hay decidido no practicar más sexo mientras no encuentren a su pareja ideal.
Algunos se llevan las manos a la cabeza al oir la palabra abstinencia, como si el sexo fuera algo tan imprescindible en la vida como comer, dormir o respirar. No recuerdan que siempre ha habido personas célibes, que han vivido una vida perfectamente sana y normal sin probar las relaciones sexuales. El sexo es un instinto animal, pero se supone que una persona es mucho más que un simple animal. Se puede controlar el instinto sexual, igual que controlamos la agresividad, o incluso el hambre o el sueño, si hace falta.
Por otra parte, hay muchas personas que simplemente no disfrutan del sexo, sobretodo mujeres, y eso tampoco afecta a sus vidas de manera significativa. Pretender que la sexualidad es algo siempre agradable e imprescindible en nuestras vidas supone reducirnos a la categoría de mamífero no racional. Hay que darle a cada cosa el valor que tiene. El sexo es una parte de la relación de pareja, importante pero no vital. Ahora es cuando alguno dirá que hablo así porque yo no lo disfruto. Que piensen lo que quieran si eso les hace felices. Hoy me siento generosa.
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