lunes, 9 de marzo de 2009

Dos locas y una fotocopiadora




Otro post de mi hija mayor:

Amanecía un soleado jueves y la alegría que se siente por las mañanas de camino al colegio se podía palpar en el ambiente. Las caras alegres de los adolescentes animaban a empezar el día con una sonrisa, aunque a primera hora tuvieras la mejor clase del mundo: tecnología.
Ya en el aula la profesora de tecnología se pone a relatar el próximo proyecto. Una presentación de power point sobre un tema a elegir, es decir, a elegir por ella. A mi me tocó el 23 f. El trabajo consistía en recopilar información sobre el tema y hacer un trabajo escrito a entregar y una presentación a exponer. La peculiaridad de dicho trabajo, dejando a un lado su carácter, más para una clase de sociales que de tecnología, era que no se podía usar Internet. Así es como comenzó la aventura.
Carmen, una amiga mía, me preguntó si íbamos juntas a la biblioteca esa tarde para buscar información. Yo le dije que sí. La peor decisión de mi vida (bueno, de mi vida no, pero sí de los últimos dos días).
Esa tarde quedamos en la esquina y nos pusimos a andar juntas hacia la biblioteca. Al cruzar el umbral de la misma, hurgué en los bolsillos del pantalón. Y luego en los del abrigo. Me había olvidado el carnet y, como todo el mundo sabe, sin carnet no hay mucho que hacer en la biblioteca. Después de explicárselo a Carmen, que me miró con cara de incredulidad e inmediatamente después se echo a reír (el pavo, ya se sabe) salimos de la biblioteca y volvimos a mi casa. Eran las seis menos cuarto.
Finalmente, llegamos de nuevo a la biblioteca, esta vez con carnet. A nuestra entrada, los adormecidos estudiantes levantaron la cabeza súbitamente y fijaron sus vidriosas miradas sobre nosotras. No, no llevábamos una escopeta en las manos, tampoco gritamos nada ni estábamos andando hacia atrás. Lo único que pasaba era que se aburrían. Una amiga mía me contó que, una vez se acercó a coger un libro y un chico que no conocía de nada le recomendó que no le gustaría. ¡Tú a estudiar!- le contestó. En fin. El aburrimiento.
Bajo la atenta mirada de cincuenta personas, Carmen y yo empezamos a recorrer estanterías buscando libros históricos. Al final de una eterna fila de libros sobre política, que no impidió que la mirada de la gente me siguiera, encontré una pequeña enciclopedia de ocho mil páginas. A través del walki-talki (el único modo de comunicarse en una biblioteca sin gritar ¡¡CAaaaRMEeeeN!!), pedí refuerzos . Casi dos horas después (no exagero, aunque mentiría si dijera que miré el reloj), apareció Carmen. Entre las dos, sudando la gota gorda, conseguimos bajar la enciclopedia de la estantería. Los mirones no movieron un dedo para ayudarnos, están demasiado ocupados riéndose de nosotras sin superar el volumen de voz máximo de la biblioteca. Con un estruendoso "POMP", la depositamos cuidadosamente sobre una mesa. Rompiéndome dos uñas y ayudándome con los dientes, conseguí abrirla y encuentré la información tanto tiempo anhelada. Casi veinte minutos.
Catástrofe. La enciclopedia era sólo de consulta.
- Tenéis que bajarla abajo para fotocopiarla.- nos dijo la bibliotecaria.
- ¿Nos podía prestar una carretilla? Nos vale la de jardinero.- aseguré.
Por toda respuesta me dedicó su mejor mirada. La de odio. Creo que la practica a menudo, no hay más que ver las mesas vacías de su alrededor.
En el ascensor, encorvadas bajo el peso de nuestra enciclopedia, Carmen susurró:
- Es una borde. Qué le costaba buscar una carreta de jardinero...
De repente me entró la risa floja. Tras dos minutos boqueando intentando recuperar la respiración, le conseguí explicar la causa de mi ataque:
-¿Por qué...jaja...¡¿Por qué hablamos en susurros?!
Carmen se unió a mi ataque de risa floja, cuya consecuencia fue que la enciclopedia se nos cayó al suelo. Más risas.
Este es el aspecto de la fotocopiadora:


Depositamos cuidadosamente la enciclopedia (bueno, la dejamos caer) en el suelo y procedimos a investigar el funcionamiento de la fotocopiadora. En las instrucciones ponía:
1.Abra la tapa como buenamente pueda. No hay un método totalmente fiable para hacerlo.
2.Meta lo que quiera fotocopiar. Si es un libro, ¡buena suerte!.
3.Pulse el botón verde. No tiene pérdida, es el grande.
4.Espere.
5.Espere.
6.Espere.
6.Coja la fotocopia y olvídese del libro. Nunca lo recuperará. Tendría que conseguir abrir de nuevo la tapa.
Media hora después, diecinueve fotocopias fallidas y cincuenta céntimos más tarde, conseguimos hacer una copia bien. Eso sí, los abdominales que hicimos riéndonos no tienen precio.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha recordado mi época en la universidad jajaja. El dinero que me he gastado en fotocopias!
Recuerdo eso mismo...justo el libro que necesitas era sólo de consulta!!

Besos

anselmo dijo...

Me encanta el sentido del humor que impregna esta entrada. Lo que me he reído y la de recuerdos que he tenido yo también de mi época de estudiante

Anónimo dijo...

Susana creo que ya deja, chica yo no sé que pasa que cada poco Terra me monta alguna de estas, por favor comenta ahora sólo por probar.

Anónimo dijo...

Susana ¡no vale! Ahora tienes ayudante!!!!

Me he reído mucho porque me recuerda a mis primeras incursiones en la biblioteca, yo era una pipiola y aquello estaba lleno de universitarios. Creo que en aquella biblioteca es donde más me reído en mi vida. Con el cuento de que había que susurrar, que tenía 14 años y que todo me hacía gracia ¡madre mía los dolores de barriga que pillamos tratando de aguantar la risa sin conseguirlo! ¡hasta las lagrimas nos caían!

Anónimo dijo...

Superwoman. No he podido. Un beso.

acoolgirl dijo...

A mí también me ha recordado mucho a mi época de estudiante… la lata que me daba tener que ir a hacer fotocopias!!! Ufff!!!

Pero bueno, que al final todo os salió bien y, además, os lo pasatéis bien y todo!!! Jajajaja!!! A mí también me cuesta cambiar el volumen de voz al salir de las bibliotecas… Jajaja!!

Un besoteee

Anónimo dijo...

A mi también me ha hecho recordar épocas estudiantiles, sobre todo cuando había que fotocopìar algún periódico, encuadernado en volúmenes inmensos y pesados.
Por cierto, que éso sí que nos lo sacaban en una especia de carretilla, los empleados de la hemeroteca.

Nanny Ogg (Dolo Espinosa) dijo...

Jajajajajajajaja... qué sentido del humor tan genial. Me ha encantado, espcialmente la parte de las instrucciones de uso de la fotocopiadora, yo conozco muchas de esas :D

Besos

codromix dijo...

mi primer trabajo de biblioteca fue sobre el descubrimiento de Pizarro, que risas con mi amigo Luis! y todos nos parecian supermayores en la biblio y era todo muy emocionante, luego en la universidad me pasé la vida en la biblio pero en otro plan y menos fascinado ... bueno , y en el bar, pero no se lo diré a la hija de susana jajaja

Anónimo dijo...

Las enciclopedias es que son muy poco prácticas porque siempre son de consulta,jejeje,e intetar fotocopiar un tocho de esos es toda una proeza!a mi me entraban unos dolores de muñeca apretando para que se abriera más...ufff,jajaja.Anda que no habré repetido yo fotocopias!!Un beso a ambas

Anónimo dijo...

Vaya trabajo tan raro para una asignatura de tecnología!!

Krisalys dijo...

Me recordó mis épocas de Bachillerato. Creo que en la Universidad ya no abrí alguna Enciclopedia. De hecho recuerdo que antes en todas las casas había alguna, sin embargo, ahora me parece que las han cambiado por el Internet... Un beso!

Anónimo dijo...

Jajaaj, me he hartado de reír.,.. y me ha recordado a mí cada vez q tengo q hacer fotocopias en el cole. jajaj besos