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viernes, 8 de octubre de 2010

Administración: sobre mejoras viales y otros eufemismos

Yo comprendo que existen carreteras tan transitadas durante el curso que es imposible acometer obras en ellas. Pero, existen otras que se encuentran desiertas diez meses al año y no tienen ningún problema de saturación por horas. Siendo así, no me cabe en la cabeza - debo ser muy obtusa -, por qué los responsables de obras públicas deciden siempre empezar nuevos carriles en plena operación salida vacacional. Justo en los tres o cuatro días al año en que todos los carriles son imprescindibles, nuestras lumbreras descubren que es imprescindible asfaltar y realizar los desvíos correspondientes. A veces pienso que lo hacen a mala idea por envidia, ya que ellos no disfrutan de vacaciones. Pero lo que es imperdonable es que esos entuertos de tráfico provoquen cada año cientos de accidentes en la carretera.

Técnicas y tratamientos medioambientales. Es lo que pone ahora en los camiones de la basura. Desde que los peluqueros pasaron a ser estilistas y los modistos diseñadores, no había leído algo tan absurdo. Lo triste del caso es que ni siquiera es cierto. Uno tira su basura tecnológica al contenedor correspondiente, esperando que lo desmonten chip a chip y le den otro uso. Pero lo cierto es que, a menudo, acaban en vertederos en países lejanos. Lugares donde, por supuesto, no existe normativa medioambiental alguna. Contaminan el suelo y el agua que consumen sus habitantes. Eso sí que es un crimen de lesa humanidad. Pero siempre salen inmunes. A nadie le interesa seguir la pista de los ordenadores, teléfonos móviles o televisores que ya no encuentran hueco en nuestra casa. Preferimos el eufemismo de lo políticamente correcto, aunque no se sustente en la realidad.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Aquí no se tira nada

De toda la vida en mi casa me enseñaron aquello tan anticuado de: lo que se pone en el plato, se come. Ahora en mi casa me resisto a tirar nada a la basura. La comida que sobra, si está en buen estado, la tomamos en una cena. Tenemos un sitio para guardar los plásticos, los cristales, las pilas, el papel y lo demás; y todo lo reciclamos. Cuando se acumulan cosas que ya no necesitamos, como los juguetes, buscamos alguna ong donde entregarlos. La ropa la llevamos a la parroquia, pero no lo utilizamos como excusa para tirar lo que no está de moda y reponer todo el vestuario, como hacen algunos. Tengo todavía cosas de hace veinte años que no se han estropeado demasiado. Sólo tiramos a la basura lo imprescindible.

Sin embargo, la mayoría de la gente no tiene esa clase de problemas de conciencia. Junto al contenedor de basura se pueden encontrar, por ejemplo, cochecitos de bebé en buen estado, por no tomarse el trabajo de venderlo y buscar a alguien que lo necesite. Luego dirán que están mal de dinero, pero hay que ver cómo tira la gente los muebles en cuanto se cansan de ellos. Cuando salieron las teles de pantalla plana, la basura estaba llena de las convencionales. Sin embargo, en casa no compramos una televisión hasta que no se rompió la anterior, que tenía ya veinte años y era bastante pequeña. Todavía llamamos al servicio técnico, aún sabiendo que por poco más podríamos comprar algo nuevo. Las cosas que se tiran a la basura no desaparecen, sólo dejamos de verlas.