REDACCIÓN HO.- La eutanasia para menores que padezcan enfermedades incurables está a punto de aprobarse en Bélgica. La alerta ya la recogíamos el pasado mes de junio. En el país, la eutanasia se aprobó en el año 2002 y debía ser solicitada conscientemente por una persona mayor de edad o menor emancipado, capaz, con pronóstico de enfermedad irreversible, que padeciera un sufrimiento físico o psíquico constante e insoportable o una enfermedad grave incurable. Según datos oficiales, hasta 2011 se produjeron 5.537 casos de eutanasia si bien en la actualidad se producirían unas 1.000 anuales.
Como informaba HO a finales de 2012, la reforma de la ley belga de eutanasia está promovida por los socialistas belgas y apoyada por varios grupos políticos, con excepción del partido flamenco Vlaams Belang y los democristianos.
Carlos Álvarez, portavoz VIDA digna, grupo interdisciplinar de expertos impulsado por Profesionales por la Ética y miembro de la Coalición Europea para Prevenir la Eutanasia, «la ampliación de la eutanasia a menores de edad alegando compasión nos hace volver al nazismo, que como es sabido llevó a cabo programas de exterminio de enfermos y discapacitados a los que no consideraba dignos de vivir. Aunque la realidad es que Hitler nunca aprobó una ley que diera carta blanca al exterminio de enfermos, lo hizo a escondidas». «No estamos solo ante un cambio jurídico, sino ante un problema cultural de fondo, una conciencia colectiva de que acabar con la vida de otros, ya sea mayores, niños o enfermos, es incluso deseable», añade Álvarez.
Banalizando el mal
Que la aceptación de la eutanasia en la legislación conduce inexorablemente a derivas que, más allá de cualquier sentimiento de compasión en situaciones extremas, repugnan al más elemental sentido sobre el valor de la vida y la dignidad humanas es algo patente. Basta conocer los datos de lo ocurrido en países como Bélgica y Holanda desde la aprobación de sus respectivas legislaciones en los primeros años de este siglo. La lectura de dos noticias publicadas en el diario El País el pasado 19 de octubre no puede resultar más ilustrativa al respecto: La primera se refiere a la próxima extensión de la eutanasia a los menores en Bélgica; la segunda a la polémica en Holanda por la muerte asistida de una ciega. Prestaremos especial atención aquí a lo que está ocurriendo en Bélgica.
Eutanasia de menores en Bélgica
La primera de ellas se refiere a las reformas legislativas que se anuncian en Bélgica: la inminente aprobación de la eutanasia de menores y, quizá más adelante, también los casos de Alzheimer. De acuerdo con la crónica de Lucía Abellán desde Bélgica para el mencionado periódico, el debate en Bélgica para la extensión de la eutanasia a menores con enfermedades incurables, que dura ya dos años, ha entrado en su fase final. El Senado se plantea también la aplicación de la eutanasia a enfermos de alzhéimer, aunque esta opción está mucho menos madura.
La ley de eutanasia belga se aplica desde 2002 para adultos que han expresado la voluntad de morir al experimentar un sufrimiento físico o psíquico que no se puede aliviar. Entonces quedaron fuera los menores, pero al cabo de los años se aborda abiertamente el fin planificado de la vida de un menor, una práctica que, caso de ser aprobada, inevitablemente va a recordar a las aberraciones del nacionalsocialismo. De acuerdo con las informaciones de El País, el senador socialista Philippe Mahoux, uno de los principales impulsores de los cambios y cirujano de formación, defiende la necesidad de hablar de ello sin prejuicios: “Lo que es violento no es hablar de practicar la eutanasia, sino de que haya niños con enfermedades incurables, que sufren un dolor irremediable”.
Una sociedad acostumbrada a la muerte provocada de los más débiles
Lo más llamativo es que la mayor parte de la población respalda ya esa esta visión. El fenómeno de la “banalización del mal” al que se refirió la filósofa Hannah Arendt respecto a lo ocurrido en Alemania durante el nazismo, es también de hoy. Un 74% de los belgas son favorables a esa extensión a los menores, según un reciente sondeo publicado por el diario La Libre Belgique. El porcentaje subía al 79% para el caso de los enfermos de alzhéimer. La expectación suscitada ante este asunto llevó a televisar las numerosas comparecencias de expertos que ha habido en el Senado, el órgano con iniciativa legislativa en Bélgica.
Uno de los elementos que más debate ha suscitado, afirma la crónica de El País, es el relativo a la edad del menor. Frente al modelo holandés, que deja la decisión en manos del menor entre 16 y 18 años y exige el consentimiento paterno para casos entre los 12 y los 16, el legislador belga ha preferido no fijar límites. La condición será que tengan “capacidad de discernimiento”, un criterio que, además del médico que se enfrente a un caso de ese tipo, deberá evaluar un psiquiatra infantil. En la actualidad, los menores emancipados (a partir de 15 años) ya pueden someterse a una eutanasia sin permiso paterno.
El apoyo de casi todos los expertos que han intervenido en el debate público, continúa el diario, invita a pensar que el Senado votará este dossier antes del fin de la legislatura, para las elecciones generales de mayo. De momento, solo dos formaciones se oponen: el Vlaams Belang y los democristianos de la CdH. Los senadores de ambos grupos representan el 11% de la Cámara.
Bélgica alcanza el récord de eutanasias en pleno debate de la reforma de la ley
El País recuerda también que cada año se registran en Bélgica algo más de 1.000 eutanasias, el 1% del total de muertes, según datos oficiales, que muestran un importante aumento en los últimos años. Aunque no existen cifras relativas a menores, uno de los estudios presentados ante el Senado revela que, en un 40% de las muertes de menores por una enfermedad incurable, los médicos tomaron alguna decisión de interrupción del tratamiento que mantenía al menor con vida.
Si la eutanasia infantil tiene muchas probabilidades de salir adelante en los próximos meses, trasladar esa posibilidad a quienes sufren de alzhéimer parece más lejano, concluye el diario español. Hasta ahora, el enfermo debe estar consciente al tomar la decisión o haber firmado un consentimiento previo que tiene una duración de cinco años. El senador Mahoux admite que el marco legal es insuficiente, pero no cree que aún exista el acuerdo necesario para cambiarlo.
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