martes, 12 de marzo de 2013
Los ancianos sobran en Japón
Estas declaraciones son, pues, bienvenidas porque ponen sobre la mesa lo grotesco que resulta programar que los ancianos vivan menos. Y también la alarma social que despiertan, como reflejo de un objetivado rechazo ya que conllevan la deshumanización, en su raiz, de la sociedad más civilizada.
Las inquietudes financieras y la urgencia por dar respuestas a la
crisis actual hacen que la propuesta más primitiva de no respetar la
muerte natural, se contagie de un país a otro como la salida más
fácil en la búsqueda de soluciones concretas. Sin embargo, no se
profundiza en que constituyen por si mismos oportunidades de riqueza por
la creación de nuevos puestos de trabajo mediante empresas y servicios
que sostengan el cuidado, la atención y el cariño que nuestros ancianos merecen y, así, todos salgamos ganando.
Además, si ya está demostrado que el desarrollo de Planes de Cuidados
Paliativos ahorran dinero a los Estados y las encuestas de satisfacción
otorgan más puntuación cuando los pacientes y familiares son atendidos
por Unidades específicas de Cuidados Paliativos, lo tenemos más fácil
como trabajo ya abonado. ¿Por qué no se centran nuestros políticos y siguen este camino?
¿Seremos capaces de mostrar los puntos oscuros que tienen las leyes
de muerte digna de Andalucía y Aragón, a diferencia de la Ley de
Navara, más protectora de la vida de los ciudadanos?. ¿Conseguiremos
que nuestro país lidere una necesaria Ley Nacional de Cuidados Paliativos que muestre y contagie al mundo que otras salidas son posibles?
María Alonso
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