Como
cada inicio de año, el Papa recibió al cuerpo diplomática acreditado
ante la Santa Sede para analizar los desafíos que afronta el mundo y
exponer cuáles son las prioridades que para el Vaticano deben tener las
relaciones internacionales. Benedicto XVI habló, por supuesto, de paz,
una tarea imprescindible que es al mismo tiempo «don de Dios y tarea del
hombre», pues exige «su respuesta libre y consciente». Retomando las
ideas expuestas en su reciente mensaje para la Jornada Mundial de la
Paz, comentó que la construcción de ésta debe partir del «respeto de la
vida humana en todas sus fases».
Por ello celebró la resolución
del Consejo de Europa que solicita la prohibición de la eutanasia y
lamentó que en diversos países «de tradición cristiana» sea libre el
aborto. La interrupción voluntaria del embarazo, afirmó, es «contraria a
la ley moral». Al defender esta posición, la Iglesia católica «no deja
de tener comprensión y benevolencia, también hacia la madre». Lo que
trata es de «velar» para que las leyes no «alteren injustamente el
equilibrio entre el derecho a la vida de la madre y el del niño no
nacido, que pertenece a ambos por igual».
La sociedad debe
respetar la elección de los profesionales sanitarios que se niegan a
participar en un aborto, pues de lo contrario se comete una violación de
la libertad religiosa, advirtió: «Para salvaguardar efectivamente el
ejercicio de la libertad religiosa es esencial además respetar el
derecho a la objeción de conciencia». Poco después, en un mensaje
publicado en su cuenta en Twitter, el Pontífice ahondó en esta cuestión
diciendo: «Defendamos el derecho a la objeción de conciencia de los
individuos y las instituciones, promoviendo la libertad y el respeto de
todos».
Como podía esperarse en la situación
presente, Benedicto XVI también habló de la actual crisis. Consideró que
se produjo por «primar el beneficio en perjuicio del trabajo» y porque
la «economía financiera» le ha ganado la partida a la «economía real».
Pidió a los hombres que «resistan» a la tentación del interés particular
a corto plazo y miren hacia «el bien común» y se atrevió incluso con
uno de los términos que la actual recesión ha dejado en el vocabulario
colectivo, la prima de riesgo. En lugar por angustiarse por el
diferencial con el interés con la deuda pública alemana, lo que deben
hacer los mandatarios es combatir la pobreza. «Si el índice diferencial
entre los tipos financieros constituye una preocupación, las crecientes
diferencias entre un pequeño número, cada vez más rico, y un gran
número, irremediablemente más pobre, debería despertar preocupación. Se
trata, en una palabra, de no resignarse al ''spread'' de bienestar
social, mientras se combate el financiero», propuso el Papa.
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