miércoles, 12 de diciembre de 2012

Cristina Kirchner y la corrupción

La increíble fortuna de la "exitosa abogada" Cristina Kirchner


Edurne Uriarte - Corrupción
10 de noviembre de 2012
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El jueves se produjo en Argentina una enorme protesta contra la presidenta Cristina Kirchner, el cacerolazo. Ese mismo día regresaba yo de Buenos Aires de unas jornadas sobre Mujeres y Liderazgo organizadas por la red de mujeres de los Eisenhower Fellows de los que formo parte. Como en anteriores viajes a Argentina, tuve ocasión de escuchar y sentir la enorme desazón de mis amigos argentinos ante la cultura política mayoritaria de su país.
Una cultura política en la que son posibles los abusos gubernamentales, por ejemplo, del Gobierno de Kirchner contra los medios de comunicación, la mentira, por ejemplo, la mentira continuada del Gobierno sobre los datos económicos. Y, sobre todo, una cultura política marcada por la corrupción y la interminable tolerancia hacia ella.
Cuando Cristina Kirchner ganó las últimas elecciones, los datos sobre su espectacular e increíble aumento de fortuna eran ya conocidos, pero eso no impidió el voto masivo hacia ella. Y mis amigos me recordaron lo ocurrido en la Universidad de Harvard el pasado mes de septiembre, cuando la presidenta tuvo un encuentro con alumnos argentinos.
La presidenta tuvo un gran escándalo cuando, irritada por las preguntas molestas y los abucheos, les dijo a los alumnos, "Chicos, estamos en Harvard. Eso (los abucheos) es para La Matanza" (La Matanza es una de las zonas más pobres de Buenos Aires). Pero ha importado algo menos otra de sus respuestas, cuando se le preguntó cómo era posible que la fortuna familiar, la amasada desde que su difunto marido, Néstor Kirchner, llegara a la presidencia argentina en 2003, pasara de 6,8 millones de pesos a 55,5 millones en 2009 (Fernando Laborda analizó los datos en "El patrimonio y la mala memoria de Cristina"). "Ha sido fruto de mi exitosa carrera como abogada", respondió, ella que sólo se ha dedicado a la política en todo ese período.
La justificada desazón de mis amigos argentinos reside en que Kirchner no sólo fue elegida cuando esos datos eran conocidos sino en el fuerte apoyo popular con el que sigue contando. Por su política de subsidios, por la falta de unidad y organización de la oposición, por el arraigo del caudillismo en América Latina, por la cultura política, por lo que sea, pero lo cierto es que Argentina sigue tolerando y apoyando a líderes como Cristina Kirchner.
Algunos dirán que también tenemos todos esos males en España. Y es cierto. Pero también lo es que hay grados de control de esos males. Y que en Argentina el grado de control, es decir, su ausencia, resulta una más que justificada razón para la desazón.
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