El lobo y los corderos
Escribía en estas mismas páginas, el pasado mes de junio, unas reflexiones sobre lo que, a mi entender, serían las consecuencias de la implantación, en nuestro país, del negocio denominado Eurovegas y ya en aquella ocasión dejé meridianamente clara mi postura en contra, aportando una serie de recelos e inquietudes que, si en aquella ocasión, se podrían calificar de presuntos, hoy los podemos dar por seguros, en caso de que dicho satánico negocio pudiese caer en Madrid o Barcelona. Desgraciadamente hemos sido los madrileños los «favorecidos» por la fortuna, el juego de influencias y, lo que es peor, las medias verdades que se nos contaron sobre este asunto y que ahora van saliendo a la luz. Decía entonces y lo traigo literalmente: «….sumémosle la serie de ventajas fiscales, mercantiles y de otro tipo que, al parecer, ha exigido para su implantación…»Pues bien, a fecha de hoy, resulta que nuestro gobierno autónomo, a petición del ilustre prócer, dueño del negocio, va a cambiar la legislación tributaria con el fin de que este mega-complejo del vicio y la corrupción tribute al 10% en vez del 45 % que se tributaba hasta ahora por tasa sobre los ingresos brutos del juego. («Adelson jamás hubiese venido a Madrid con un tipo tan elevado», sentencia José María Paredes, portavoz del casino de Torrelodones) ¡Olé, sí señor! El lobo enseñó la patita y mientras, a los corderos, a los de siempre, trabajadores, jubilados, parados y un largo etcétera de españoles, que nos den por donde amargan los pepinos; subida del IRPF, subidas de los tramos del IVA y recortes a diestro y siniestro pero, ¿había o no había dinero en las arcas del Estado?, ¿para esto sí y para la sanidad, educación y otros servicios esenciales ¡y sociales!, no?, ¿nos podemos permitir esa injusticia? ¿A dónde nos quieren llevar nuestros políticos, en este caso los del PP madrileño?
Son preguntas que alguien debería responder, si quiera por decencia política y compromiso con los madrileños y, por extensión, con todos los españoles. Todo esto, además, cuando hace nada se ha legislado a favor de la entrega a la hacienda Pública del 20% de los premios que superen los 2.500 euros en cualquiera de los juegos de azar dependientes del Estado. Simplemente, de risa; sino fuese porque la cosa es muy, pero que muy, seria. Y no me estoy inventando nada, lo anunció el Sr. González, Presidente del la Comunidad de Madrid en rueda de prensa el pasado día 15 de noviembre (elpais.com), además de ser noticia en algunos telediarios del día. Invito a continuar leyendo la reseña del periódico digital porque la cosa no tiene desperdicio, desde la A a la Z; imposible seguir su lectura sin que hierva la sangre. No podemos dejar que nos tomen por tontos ¿o acaso lo somos?
Es inadmisible que una Nación que tantos emprendedores, descubridores, intelectuales y, sobre todo, juiciosas gentes ha dado al mundo, en toda su historia, sea tomada por necia. Ni sus gobernantes ni ningún adinerado «promotor» que aparezca con ¿miles de millones de euros? tienen el derecho de atentar de esa forma tan tosca contra el bien más precioso del hombre de la calle, su bien moral y los valores en los que durante años ha sido educado, ni podrán quebrar el sentido de la justicia y del honor que siempre ha caracterizado a este pueblo español al que nos sentimos orgullosos de pertenecer. Repito lo que decía en las anteriores reflexiones: el fin, nunca justifica los medios. Capítulo aparte merece la consideración que van a tener los menores en todo este tema. Se nos dice por boca de mismo Sr. González que: Eso sí, Madrid prohibirá «expresamente» que los menores puedan jugar. Para vigilar el cumplimiento de la normativa se creará el Consejo de Control del Juego, que dependerá de la Consejería de Economía y Hacienda. Pero, ¿y de la entrada a los lugares propiamente de juego?
La cosa ahí está más que difusa porque, una vez hayan penetrado en el macro complejo (hoteles, restaurantes, cines y no sé cuántos señuelos más, ¿quién les va a impedir que se acerquen a las máquinas tragaperras y otras por estilo?, ¿a quién le vamos a exigir responsabilidades del veraz cumplimiento de la normativa? Mucho me temo, y esto es sólo una apreciación personal y como tal, discutible, que nos encontramos ante una más que posible incitación al juego y eso, cuanto menos, es peligroso; por no decir inmoral e indecente No quisiera terminar estas segundas reflexiones sin una llamada a los medios de comunicación que se dicen católicos o, simplemente, cristianos, con periodistas en sus filas de gran influencia entre los lectores o televidentes, que hagan un esfuerzo de coherencia y, más que yo, que al fin y al cabo sólo soy una voz en el desierto, hagan visible a todas las personas de buena voluntad la verdad de lo que se nos está presentando como la panacea para nuestros males de desempleo y frustración económica. Que los 7.000 millones de euros de inversión que, al parecer, se han prometido no nos cuesten la fortuna de perder lo mejor que tiene el hombre, su dignidad.
Marcos Antonio Galiana Cortés
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