martes, 27 de noviembre de 2012

La verdad sobre la crisis bancaria

Teniendo en cuenta a los ahorradores que ponen su dinero en los bancos

Una invitación a abordar el debate de los desahucios desde la justicia y la sensatez

En julio de 2008 el gobierno de Zapatero utilizó dinero público para ayudar a las inmobiliarias, unas empresas que se habían forrado a cuenta del boom del ladrillo. En octubre de ese año el gobierno de Zapatero recurrió al dinero de los contribuyentes para sanear a la banca y sobre todo a las cajas, y esto unos años después de una noticia escandalosa: varias entidades financieras y crediticias habían condonado deudas millonarias al PSOE.
En términos estrictamente liberales no es de recibo que el Estado se haga cargo de los problemas de quienes firmaron una hipoteca por encima de sus posibilidades. En términos estrictamente liberales tampoco deberían existir unos bancos centrales que emprendieron una irresponsable política monetaria, a fin de hacer fluir el crédito más allá de lo que habrían asumido los bancos en condiciones normales, propiciando la burbuja inmobiliaria y disparando las hipotecas basura. En España y en otros países se han cometido muchos errores en materia económica no achacables al capitalismo, sino a los monstruos que genera el intervencionismo estatal, que en España ha adquirido características dignas de una cleptocracia. El resultado es un drama social sin precedentes en España: en lo que llevamos de año 94.500 familias han sido desahuciadas de sus hogares, más del doble que en 2009 y el 60% más que en todo 2010 y todo 2011 juntos. Se trata de un problema grave pero ante el que no se pueden tomar medidas a la ligera, pues el dinero de los bancos y cajas no es de ricachones con aspecto de millonario del Monopoly: pertenece en gran medida a pequeños ahorradores que también se podrían quedar sin nada si se siguiesen las absurdas recetas que proponen algunos, en especial la izquierda antisistema.

Ciertamente, en España hay que tomar medidas que nos lleven a una transición de modelo económico, pero no a uno más socialista -sería como intentar apagar un incendio echando gasolina sobre las llamas-, sino a uno en que las inmobiliarias, los bancos, las cajas y los particulares se hagan cargo de las consecuencias de sus decisiones, para lo bueno y para lo malo. No creo en recetas mágicas, y este asunto es muy complejo como para querer solucionarlo con remedios facilones como los que plantean algunos. Lo que tengo claro es que no sería justo que en un país en que los contribuyentes -entre ellos muchos que posteriormente han sido desahuciados- hemos tenido que pagar ayudas públicas a inmobiliarias, bancos y cajas, ahora los sectores más frágiles de la sociedad queden desamparados. Creo que en este asunto hace falta más reflexión sobre las consecuencias que tendrían ciertas medidas, sobre todo para no caer en las redes de la demagogia de ciertos elementos antisistema que en este tema están viendo una ocasión de oro para proponer sus disparates ideológicos sin importarles las consecuencias. Pero de rechazar la demagogia izquierdista a no hacer nada, hay un gran trecho. Por mi parte, os ofrezco los comentarios de esta entrada para proponer lo que consideréis más adecuado, pero desde la sensatez y teniendo siempre en cuenta los efectos de lo que uno propone.

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