jueves, 11 de octubre de 2012

Por Cataluña y por España

Ante el desafío nacionalista nos toca hacer pedagogía de la unidad

Apoyar a los catalanes que se sienten españoles: una cuestión de patriotismo

Mie 10·10·2012 10:16  1   
Llevo años oyendo todo tipo de reproches contra los catalanes que se sienten españoles. Según algunos, esos catalanes figuran entre los culpables de que el nacionalismo sea hegemónico en Cataluña. Se les reprocha muy a menudo que no se movilicen, que no sean más activos en la lucha contra el secesionismo. Con demasiada frecuencia y con una enorme torpeza, a la falta de libertad que sufren esos catalanes se responde no con gestos de apoyo, sino con reproches e incluso con zancadillas a la defensa de la españolidad de Cataluña.
El objetivo nacionalista: que se odie a los catalanes para dividir a los españoles
Si esto ya es injusto, aún lo es más cuando esos reproches proceden -como ocurre muchas veces- de quienes han apoyado y siguen apoyando a los grandes partidos nacionales que han engordado a los partidos nacionalistas. La UCD, el PCE, el PSOE, y más tarde Izquierda Unida y el PP han flirteado con los nacionalismos secesionistas de diversas formas: unas veces apoyándolos sin rodeos, otras veces cediendo ante ellos y a menudo otorgándoles las más elegantes credenciales ante la opinión pública. Esas credenciales las ha usado el nacionalismo para medrar mediante la práctica sistemática del desprecio, del odio, de la provocación y del insulto al resto de los españoles, todo ello como parte de una estrategia tan retorcida como intencionada: conseguir que en el resto de España se odie a los catalanes, para que el nacionalismo use ese rechazo como alimento para su victimismo y para su afán de dividirnos.
Para desarrollar esa estrategia el nacionalismo no ha tenido reparos en identificarse a sí mismo con Cataluña y en presentar a los nacionalistas como los genuinos catalanes. Es repugnante que el nacionalismo haya querido apropiarse así de la catalanidad, y es muy torpe que algunos que se dicen patriotas hayan reaccionado a esa estrategia dando al nacionalismo lo que deseaba, al dirigir sus críticas no contra el nacionalismo, sino contra Cataluña y los catalanes.
Cuatro ejemplos prácticos en los que hacer pedagogía de la unidad
Ya va siendo hora de que seamos coherentes con nuestro sentido de la unidad, manifestando nuestro patriotismo no sólo con palabras, sino también con hechos. Por ejemplo:
  • Si un nacionalista catalán insulta a los españoles, no podemos reaccionar como si esos insultos viniesen de “los catalanes”. Antes bien, los insultos nacionalistas se dirigen, entre otros, contra los propios catalanes, que también son españoles, y también los catalanes merecen sentirse ofendidos ante esos ataques.
  • Si nos importa sinceramente la unidad de España entonces no cabe tratar a los productos catalanes como si fuesen importaciones de un país extranjero, pues esos productos, por el hecho de ser catalanes, son también productos españoles. Pedir su boicot es pedir el boicot para productos que son españoles. ¿Qué clase de patriotismo es tirar piedras de semejante forma contra nuestro propio tejado?
  • Si creemos que lo que pasa en España nos afecta a todos, porque la soberanía nacional reside en el pueblo español -tal como afirma nuestra Constitución-, entonces no podemos hablar de los problemas de Cataluña como si nos fuesen ajenos. La falta de libertad que padecen allí los catalanes que se sienten españoles, el alto grado de corrupción de la casta política nacionalista y otros problemas que afectan a esa comunidad deberían preocuparnos tanto como nos preocupan los de nuestra propia ciudad, provincia o comunidad.
  • Si en serio amamos a España, no podemos abandonar a quienes se sienten españoles porque han nacido en una tierra española llamada Cataluña. No podemos ignorar las constantes iniciativas -han sido muchas, pero a menudo pasan inadvertidas para la opinión pública- que se han llevado a cabo en esa comunidad desde que tenemos democracia, muchas de ellas silenciadas de forma violenta por el nacionalismo. Los que sufren la opresión nacionalista son tan españoles como nosotros.
En fin, amigos míos: ya va siendo hora de cambiar el chip, de dejar de hacerle el juego al nacionalismo y de desmontar la estrategia ruin y victimista que practica esa ideología populista y liberticida, cuyas primeras víctimas son los propios catalanes. Si hay españoles que no se sienten como tales, allá ellos, pero no culpemos de ese absurdo a los catalanes que sienten amor por España, que son muchísimos. Ayudémosles. No les dejemos solos en estos momentos de necesidad. Prestemos a los catalanes que se sienten españoles el auxilio que a todos nos gustaría recibir del resto de España si un enemigo interior o exterior amenazase nuestras libertades. Y si no lo hacemos, si preferimos dejar el patriotismo para los partidos de fútbol, reduciéndolo a un patrioterismo de ocasión, entonces no nos quejemos luego ni culpemos de los resultados de nuestro abandono a quienes se sienten catalanes y españoles.
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- Barcelona, Plaza de Cataluña el 12 a las 12h: Fiesta Nacional de España
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