sábado, 18 de agosto de 2012
La verdad sobre los indignados de Sol
Carta a un joven acampado
de Alejandro Campoy, el Lunes, 30 de mayo de 2011 a las 9:32
Hola chico:
Tanto tú como esos talluditos que merodean contigo por las plazas españolas andáis perdidos en una nube romántica. En tu caso, con razón: sólo tienes veintitantos. En el caso de los cuarentones y cincuentones, no es más que nostalgia de una juventud perdida. Todo emocional, todo romántico, pero ni una brizna de racionalidad.
¿Un mundo, un sistema fraternal, donde los problemas reales de la gente tienen solución? ¿Un mundo solidario donde cada cual puede dar libre desarrollo a sus capacidades a través de un puesto de trabajo y el acceso a los medios indispensables para dar cauce a su proyecto vital?. Muy bien, chico, eso no existe. Te toca sudar, te toca sange, sudor y lágrimas y quizás encuentres un pequeño rincón donde plantar tus reales, como hemos hecho los demás.
Al principio estábamos de acuerdo: indignación, sí, ante una clase política que pretende mantenernos reducidos al silencio todos los días durante cuatro años, y que sólo nos deja hablar un sólo día en ese tiempo; una clase política que toma decisiones a espaldas de sus jefes, que somos nosotros; una clase política que se corrompe por minutos y a la que no se puede pedir cuentas de ninguna forma, pues todo el entramado institucional está a su servicio, desde los jueces hasta los medios de comunicación; una clase política que se autorreproduce en los semilleros de cachorros de sus propios partidos cerrando el paso a los más cualificados y capacitados; un sistema electoral podrido que margina a muchos y permite una sobrerrepresentación de unos pocos y chantajistas.
Pero ahora te encuentro debatiendo sobre el capitalismo, la memoria histórica, la laicidad del estado o el papel de la banca mundial ¿te has vuelto loco o algo te ha sentado mal?. Incluso sobre las corridas de toros debates ¿Quieres contarme qué o quienes te han enviado al limbo de la irrealidad? ¿Quieres explicarme que podemos hacer a partir de ahora, cuando lo único que se te ocure es sostener una movilización callejera porque sí y para nada? ¿Cómo no has sido capaz de concretar esas exigencias en las que estábamos de acuerdo en cinco o seis puntos precisos e irrenunciables?
¿Quieres acabar con el capitalismo? A mi no me importa que sueñes, pero no trates de mezclarme a mí en tus sueños, no tienes derecho, yo ya he sudado sangre y no quiero perder lo que he ganado. Pero, ¿como se te ocurre apelar a lo público como remedio contra las tropelías del sistema financiero? ¿Acaso ignoras que si depositas en manos de los gestores públicos todo lo relativo a financiación, trabajo o vivienda estás poniendo en manos de esos corruptos todo, absolutamente todo lo que por otra parte quieres quitarles?
Mira, eso a lo que tu llamas "derechas", usando ese lenguaje arcaico que ya no da cuenta de nada y que tanto interés tienen en que sigas empleando, no te engañan, te dicen la verdad: trabaja, suda la camiseta y te habrás ganado el derecho a entrar en el bar a tomarte unas copas. De lo contrario, te arrojaremos a la cuneta y pasaremos a tu lado como si no te viéramos. Esto es la verdad. Pero eso a lo que tu llamas "izquierdas" te engañan, te dicen la mentira: no te preocupes, nosotros nos ocuparemos de todas tus necesidades hagas tú lo que hagas. Nunca estarás en la cuneta. Pues mira, chico, ésto es mentira. Pon la gestión de todo en sus manos, clama como un poseso por lo público frente a lo privado, y te encontrarás de igual modo en la cuneta, pero además te habrán robado engañándote.
¡No, el control lo tenemos que tener los ciudadanos, no los políticos! Bien, pues entonces empieza la casa por los cimientos, no por un tejado utópico de liquidación del sistema capitalista, objetivo por el que ya han dejado su vida varios cientos de millones de personas, cosa que parece que se te pasa por alto. Empieza por reclamar una inversión total del marco institucional que da forma al latrocinio oficial y a la usurpación de la soberanía de los ciudadanos. Y si reclamas una inversión total de ese marco institucional, tienes que pedir una nueva constitución, y ninguna otra cosa más.
¿O sigues pretendiendo acabar con el capitalismo?. Bien, si te empecinas yo te diré como hacerlo, pero ésto sólo funciona si lo haces tú y unos veinte millones de personas más (sólo en España): traslada tu asamblea, pero no a tu barrio, sino a una aldea. Vende tu casa ¿no la tienes aún?, tanto mejor, vete a vivir a una aldea semiabandonada o desierta de las que abundan por toda la geografía española ¿Eres licenciado en no se qué? Olvídalo, aprende a vivir de la tierra, cultiva tu alimento, cría tu ganado.
¿Ya tienes ingresos o esperas conseguir alguno? No lo guardes en el banco, no domicilies nada, tenlo bajo tu colchón. No acudas al sistema sanitario público ni recurras al sistema educativo oficial, aunque no te lo creas, también es parte del capitalismo. Intenta que en esa pequeña comunidad que se forme en la aldea haya algunos que puedan desempeñar algunas tareas básicas en la sanidad y en la educación. Y si contraes alguna enfermedad grave, muérete, tampoco pasa nada, es lo que ha hecho la gente a lo largo de siglos.
No intentes encontrar electricidad o cualquier otra fuente de energía, sea gasolina, carbón o gas natural; calienta tu choza al amor de la lumbre e ilumínate con trémulas velas de cera de abeja ¿Cómo? ¿que te traigan la calefacción, el agua caliente y la luz hasta tu choza por imperativo legal? Cuidado, no vaya a recaer sobre tí en algún momento cualquier otro tipo de imperativo legal que te obligue a prestar servicios a otra comunidad a cambio de nada.
Olvida de una puñetera vez las agencias de viajes, las grandes superficies, los centros comerciales, las boleras y las discotecas, los bares de copas y las vacaciones en el mar, todo eso no es más que feroz capitalismo ¿o quieres que tu bar de copas y tu música sea un servicio público? Bien, a mi el mundo de Orwell no me interesa, te he dicho que no me mezcles a mi en tus sueños, déjame en paz.
¿Aún tienes móvil? Ya estás tardando en tirarlo, como ya hice yo. ¿Internet? Olvídalo, y olvida también el teléfono fijo. No hace falta mencionar la televisión o la radio, todo eso son mercancías que se compran, se venden y se financian. Vamos a hacerlo bien, vamos a acabar con el sistema financiero y con el capitalismo. No hagas botellón, mira que en todos los botellones siempre andan por medio varias multinacionales, empezando por la Coca-Cola. ¿Eres capaz de vivir sin todo eso? ¿Has estado alguna vez en toda tu vida durante un mes entero sin movil, ni tele, ni música, ni radio, ni teléfono, ni periódicos, ni energía de ningún tipo? ¿Has podido escuchar el sonido puro del silencio más absoluto? Si no lo has hecho, entonces no tienes ni puñetera idea de lo que es la libertad.
Pero si actúas como te he dicho, te aseguro que entonces habrás enterrado el capitalismo para siempre, sin opción a una resurrección posterior. Habrás consumado una revolución radical, de fondo, sin precedentes. Habrás llevado a cabo ni más ni menos que la revolución neolítica, y seguramente vivirás mejor. Ya no habrá diputados, ni gobierno, ni monarca, ni bancos, ni constitución, ni leyes ni jueces. Serás libre y soberano.
Y si no eres capaz de hacerlo, quizás deberías mirar de otra forma a aquellos que son capaces de ser libres, quizás deberías acompañar a alguno de aquellos que perdidos en selvas y sabanas viven de esa manera sin que nadie se acuerde de ellos, y quizás deberías dejar de clamar de ese modo contra esas iglesias que ignoras por completo, y que llevan a cabo cosas que ni eres capaz de imaginar.
Pero tú no tienes la culpa, te enseñaron que no hacía falta sudar, que venías a un mundo que se ocuparía de todo por tí, que proveería tus necesidades. Quizás en casa nunca te faltó de nada, y desde luego en la escuela descubriste que no necesitabas molestarte para obtener ningún resultado, que éstos ya venían dados por ley. Y luego empezaste a gozar del sistema, y te hipotecaste por el 60% de tu sueldo, o por el 90%, y tomaste ese BMW último modelo que encima el banco te incluía en la hipoteca. Molabas mucho, y la vida también. Pero tú no tienes la culpa de nada, la tiene el sistema financiero, claro.
¡Oh, y la propiedad privada, la maldita propiedad privada! Te contaré algo: aún tengo que hacerme cargo de algunas responsabilidades, pero en cuanto haya despachado mis asuntos, yo sí me iré del sistema. Ya tengo dispuesta una choza a la orilla del mar y una barca de pesca, y allí me iré a morirme. Pero entiende ésto bien: es MI choza y es MI barca, podrás venir cuando quieras, pero no se te ocurra cuestionar que son mías, o de lo contrario tendré que empezar a usar TU teléfono móvil para hacer algunas llamadas. Ahora si quieres me cuentas otra vez eso de la propiedad privada.
Te contaré otro secreto, te diré como te engañan, a tí y a mí: cada vez que pidas explicaciones de algo, de lo que sea, te encontrarás dos tipos respuestas: las de los que hacen que las responsabilidades se alejen cada vez más de tí, y las de los que hacen que las responsabilidades se acerquen muy peligrosamente a tí. Los primeros te sitúan directamente en la mentira, los segundos te acercan a la verdad. Los primeros te dirán que la crisis es responsabilidad de oscuros agentes financieros a los que no se puede poner cara, mira como desplazan las responsabilidades hacia lo lejos, como las alejan hacia el infinito; los segundos acercarán peligrosamente esa responsabilidad hacia tí mismo. En los primeros hay mentira, en los segundos hay verdad.
Mira, hace algún tiempo en algún lugar eso de desplazar las responsabilidades se hizo hasta el extremo de hacerlas recaer sobre minorías étnicas o religiosas; hubo un tiempo en que fueron los judíos. Hoy parece más de moda llevarlas hasta los cristianos. Otros las desplazan hacia los inmigrantes. En cualquier caso siempre hacia poderes ocultos y siniestros que conspiran contra el mundo, pero nunca, en ningún caso se dice: la responsabilidad la tengo yo. Mira, este recurso es muy viejo: JAMÁS TE FÍES DE LOS QUE DESPLAZAN LAS RESPONSABILIDADES HACIA FUERA Y LAS ALEJAN, es el camino más seguro hacia el horror. Empieza cada día por mirarte al espejo.
¿O prefieres volver a caminar sobre el suelo y dejarte de ensoñaciones románticas?. Despierta, mira, sólo hay un camino: tienes que jugar tu partido y sudar la camiseta, no tienes ninguna otra opción. O sí. Si realmente quieres acabar con el sistema, entonces tienes que salirte fuera del sistema, los hay que ya lo han hecho. Pero si decides quedarte, entonces podremos hablar, y ver las tres o cuatro cosas que podemos hacer juntos para quitar de las manos de los políticos parte del control total que ejercen. Pero olvídate del capitalismo de una puñetera vez y vuelve del país de nunca jamás.
Yo también estoy cabreado con los políticos. Creí que podríamos hacer cosas juntos. Pero te has ido de viaje por rumbos imposibles, por fantasías multicolores. Ahora tú también estás empezando a cabrearme. Baja ya de la nube, chico, y vamos a trabajar juntos. O de lo contrario quítate de la plaza y déjame pasar, que tengo prisa.
de Alejandro Campoy, el Lunes, 30 de mayo de 2011 a las 9:32
Hola chico:
Tanto tú como esos talluditos que merodean contigo por las plazas españolas andáis perdidos en una nube romántica. En tu caso, con razón: sólo tienes veintitantos. En el caso de los cuarentones y cincuentones, no es más que nostalgia de una juventud perdida. Todo emocional, todo romántico, pero ni una brizna de racionalidad.
¿Un mundo, un sistema fraternal, donde los problemas reales de la gente tienen solución? ¿Un mundo solidario donde cada cual puede dar libre desarrollo a sus capacidades a través de un puesto de trabajo y el acceso a los medios indispensables para dar cauce a su proyecto vital?. Muy bien, chico, eso no existe. Te toca sudar, te toca sange, sudor y lágrimas y quizás encuentres un pequeño rincón donde plantar tus reales, como hemos hecho los demás.
Al principio estábamos de acuerdo: indignación, sí, ante una clase política que pretende mantenernos reducidos al silencio todos los días durante cuatro años, y que sólo nos deja hablar un sólo día en ese tiempo; una clase política que toma decisiones a espaldas de sus jefes, que somos nosotros; una clase política que se corrompe por minutos y a la que no se puede pedir cuentas de ninguna forma, pues todo el entramado institucional está a su servicio, desde los jueces hasta los medios de comunicación; una clase política que se autorreproduce en los semilleros de cachorros de sus propios partidos cerrando el paso a los más cualificados y capacitados; un sistema electoral podrido que margina a muchos y permite una sobrerrepresentación de unos pocos y chantajistas.
Pero ahora te encuentro debatiendo sobre el capitalismo, la memoria histórica, la laicidad del estado o el papel de la banca mundial ¿te has vuelto loco o algo te ha sentado mal?. Incluso sobre las corridas de toros debates ¿Quieres contarme qué o quienes te han enviado al limbo de la irrealidad? ¿Quieres explicarme que podemos hacer a partir de ahora, cuando lo único que se te ocure es sostener una movilización callejera porque sí y para nada? ¿Cómo no has sido capaz de concretar esas exigencias en las que estábamos de acuerdo en cinco o seis puntos precisos e irrenunciables?
¿Quieres acabar con el capitalismo? A mi no me importa que sueñes, pero no trates de mezclarme a mí en tus sueños, no tienes derecho, yo ya he sudado sangre y no quiero perder lo que he ganado. Pero, ¿como se te ocurre apelar a lo público como remedio contra las tropelías del sistema financiero? ¿Acaso ignoras que si depositas en manos de los gestores públicos todo lo relativo a financiación, trabajo o vivienda estás poniendo en manos de esos corruptos todo, absolutamente todo lo que por otra parte quieres quitarles?
Mira, eso a lo que tu llamas "derechas", usando ese lenguaje arcaico que ya no da cuenta de nada y que tanto interés tienen en que sigas empleando, no te engañan, te dicen la verdad: trabaja, suda la camiseta y te habrás ganado el derecho a entrar en el bar a tomarte unas copas. De lo contrario, te arrojaremos a la cuneta y pasaremos a tu lado como si no te viéramos. Esto es la verdad. Pero eso a lo que tu llamas "izquierdas" te engañan, te dicen la mentira: no te preocupes, nosotros nos ocuparemos de todas tus necesidades hagas tú lo que hagas. Nunca estarás en la cuneta. Pues mira, chico, ésto es mentira. Pon la gestión de todo en sus manos, clama como un poseso por lo público frente a lo privado, y te encontrarás de igual modo en la cuneta, pero además te habrán robado engañándote.
¡No, el control lo tenemos que tener los ciudadanos, no los políticos! Bien, pues entonces empieza la casa por los cimientos, no por un tejado utópico de liquidación del sistema capitalista, objetivo por el que ya han dejado su vida varios cientos de millones de personas, cosa que parece que se te pasa por alto. Empieza por reclamar una inversión total del marco institucional que da forma al latrocinio oficial y a la usurpación de la soberanía de los ciudadanos. Y si reclamas una inversión total de ese marco institucional, tienes que pedir una nueva constitución, y ninguna otra cosa más.
¿O sigues pretendiendo acabar con el capitalismo?. Bien, si te empecinas yo te diré como hacerlo, pero ésto sólo funciona si lo haces tú y unos veinte millones de personas más (sólo en España): traslada tu asamblea, pero no a tu barrio, sino a una aldea. Vende tu casa ¿no la tienes aún?, tanto mejor, vete a vivir a una aldea semiabandonada o desierta de las que abundan por toda la geografía española ¿Eres licenciado en no se qué? Olvídalo, aprende a vivir de la tierra, cultiva tu alimento, cría tu ganado.
¿Ya tienes ingresos o esperas conseguir alguno? No lo guardes en el banco, no domicilies nada, tenlo bajo tu colchón. No acudas al sistema sanitario público ni recurras al sistema educativo oficial, aunque no te lo creas, también es parte del capitalismo. Intenta que en esa pequeña comunidad que se forme en la aldea haya algunos que puedan desempeñar algunas tareas básicas en la sanidad y en la educación. Y si contraes alguna enfermedad grave, muérete, tampoco pasa nada, es lo que ha hecho la gente a lo largo de siglos.
No intentes encontrar electricidad o cualquier otra fuente de energía, sea gasolina, carbón o gas natural; calienta tu choza al amor de la lumbre e ilumínate con trémulas velas de cera de abeja ¿Cómo? ¿que te traigan la calefacción, el agua caliente y la luz hasta tu choza por imperativo legal? Cuidado, no vaya a recaer sobre tí en algún momento cualquier otro tipo de imperativo legal que te obligue a prestar servicios a otra comunidad a cambio de nada.
Olvida de una puñetera vez las agencias de viajes, las grandes superficies, los centros comerciales, las boleras y las discotecas, los bares de copas y las vacaciones en el mar, todo eso no es más que feroz capitalismo ¿o quieres que tu bar de copas y tu música sea un servicio público? Bien, a mi el mundo de Orwell no me interesa, te he dicho que no me mezcles a mi en tus sueños, déjame en paz.
¿Aún tienes móvil? Ya estás tardando en tirarlo, como ya hice yo. ¿Internet? Olvídalo, y olvida también el teléfono fijo. No hace falta mencionar la televisión o la radio, todo eso son mercancías que se compran, se venden y se financian. Vamos a hacerlo bien, vamos a acabar con el sistema financiero y con el capitalismo. No hagas botellón, mira que en todos los botellones siempre andan por medio varias multinacionales, empezando por la Coca-Cola. ¿Eres capaz de vivir sin todo eso? ¿Has estado alguna vez en toda tu vida durante un mes entero sin movil, ni tele, ni música, ni radio, ni teléfono, ni periódicos, ni energía de ningún tipo? ¿Has podido escuchar el sonido puro del silencio más absoluto? Si no lo has hecho, entonces no tienes ni puñetera idea de lo que es la libertad.
Pero si actúas como te he dicho, te aseguro que entonces habrás enterrado el capitalismo para siempre, sin opción a una resurrección posterior. Habrás consumado una revolución radical, de fondo, sin precedentes. Habrás llevado a cabo ni más ni menos que la revolución neolítica, y seguramente vivirás mejor. Ya no habrá diputados, ni gobierno, ni monarca, ni bancos, ni constitución, ni leyes ni jueces. Serás libre y soberano.
Y si no eres capaz de hacerlo, quizás deberías mirar de otra forma a aquellos que son capaces de ser libres, quizás deberías acompañar a alguno de aquellos que perdidos en selvas y sabanas viven de esa manera sin que nadie se acuerde de ellos, y quizás deberías dejar de clamar de ese modo contra esas iglesias que ignoras por completo, y que llevan a cabo cosas que ni eres capaz de imaginar.
Pero tú no tienes la culpa, te enseñaron que no hacía falta sudar, que venías a un mundo que se ocuparía de todo por tí, que proveería tus necesidades. Quizás en casa nunca te faltó de nada, y desde luego en la escuela descubriste que no necesitabas molestarte para obtener ningún resultado, que éstos ya venían dados por ley. Y luego empezaste a gozar del sistema, y te hipotecaste por el 60% de tu sueldo, o por el 90%, y tomaste ese BMW último modelo que encima el banco te incluía en la hipoteca. Molabas mucho, y la vida también. Pero tú no tienes la culpa de nada, la tiene el sistema financiero, claro.
¡Oh, y la propiedad privada, la maldita propiedad privada! Te contaré algo: aún tengo que hacerme cargo de algunas responsabilidades, pero en cuanto haya despachado mis asuntos, yo sí me iré del sistema. Ya tengo dispuesta una choza a la orilla del mar y una barca de pesca, y allí me iré a morirme. Pero entiende ésto bien: es MI choza y es MI barca, podrás venir cuando quieras, pero no se te ocurra cuestionar que son mías, o de lo contrario tendré que empezar a usar TU teléfono móvil para hacer algunas llamadas. Ahora si quieres me cuentas otra vez eso de la propiedad privada.
Te contaré otro secreto, te diré como te engañan, a tí y a mí: cada vez que pidas explicaciones de algo, de lo que sea, te encontrarás dos tipos respuestas: las de los que hacen que las responsabilidades se alejen cada vez más de tí, y las de los que hacen que las responsabilidades se acerquen muy peligrosamente a tí. Los primeros te sitúan directamente en la mentira, los segundos te acercan a la verdad. Los primeros te dirán que la crisis es responsabilidad de oscuros agentes financieros a los que no se puede poner cara, mira como desplazan las responsabilidades hacia lo lejos, como las alejan hacia el infinito; los segundos acercarán peligrosamente esa responsabilidad hacia tí mismo. En los primeros hay mentira, en los segundos hay verdad.
Mira, hace algún tiempo en algún lugar eso de desplazar las responsabilidades se hizo hasta el extremo de hacerlas recaer sobre minorías étnicas o religiosas; hubo un tiempo en que fueron los judíos. Hoy parece más de moda llevarlas hasta los cristianos. Otros las desplazan hacia los inmigrantes. En cualquier caso siempre hacia poderes ocultos y siniestros que conspiran contra el mundo, pero nunca, en ningún caso se dice: la responsabilidad la tengo yo. Mira, este recurso es muy viejo: JAMÁS TE FÍES DE LOS QUE DESPLAZAN LAS RESPONSABILIDADES HACIA FUERA Y LAS ALEJAN, es el camino más seguro hacia el horror. Empieza cada día por mirarte al espejo.
¿O prefieres volver a caminar sobre el suelo y dejarte de ensoñaciones románticas?. Despierta, mira, sólo hay un camino: tienes que jugar tu partido y sudar la camiseta, no tienes ninguna otra opción. O sí. Si realmente quieres acabar con el sistema, entonces tienes que salirte fuera del sistema, los hay que ya lo han hecho. Pero si decides quedarte, entonces podremos hablar, y ver las tres o cuatro cosas que podemos hacer juntos para quitar de las manos de los políticos parte del control total que ejercen. Pero olvídate del capitalismo de una puñetera vez y vuelve del país de nunca jamás.
Yo también estoy cabreado con los políticos. Creí que podríamos hacer cosas juntos. Pero te has ido de viaje por rumbos imposibles, por fantasías multicolores. Ahora tú también estás empezando a cabrearme. Baja ya de la nube, chico, y vamos a trabajar juntos. O de lo contrario quítate de la plaza y déjame pasar, que tengo prisa.