lunes, 27 de agosto de 2012

La verdad sobre el comunismo

El patrón de los conversos y las técnicas comunistas de propaganda

¿Por qué una minoría misérrima de comunistas pudo imponerse sobre la aplastante mayoría de católicos en tantos países?

Durante 20 años, Douglas Hyde se dedicó a despreciar y perseguir todo lo que sonara a católico. Sucedió mientras fue miembro activo y muy principal del Partido Comunista Británico. Hasta que un día entró en la iglesia, la más antigua de Londres, Santa Etheldreda.

Al poco tiempo proclamaba su catolicidad ante sus antiguos camaradas y puso sus conocimientos sobre la secta a la que había pertenecido al servicio de la fe. Alguna explicación acerca de su conversión puede leerse en Catholic.net.

Los textos de Hyde, periodista, activista incansable, el clásico hijo del pestilente siglo XX, nos retratan a un personaje que, al menos a mi, se me antoja muy familiar. Se intuye en sus páginas al joven e inquieto Douglas Hyde de las primeras décadas del siglo, batallador y un tanto mesiánico (¿se puede militar en la izquierda sin serlo?), y al salvador del mundo en los tiempos de la guerra mundial y la guerra fría, período que lanzó a tantos intelectuales británicos en brazos del comunismo.

Se vislumbra asimismo la bacanal de los 60, que daría al traste con los últimos restos de civilización occidental en Europa y sentaría las bases de la podredumbre contemporánea.

En el 67 Hyde escribió una obra fundamental, que nunca tuvo difusión en España, como era de esperar. Se titula Dedicación y liderazgo y analiza los métodos que han utilizado los comunistas para hacerse dueños de las mentes de tantas personas, en tantos lugares, durante tantos años.

Pero no se trata de un texto sobre el comunismo sino sobre los católicos. En Dedicación y liderazgo Hyde se pregunta por qué una minoría misérrima de comunistas pudo imponerse sobre la aplastante mayoría de católicos en tantos lugares.

En su respuesta a esta cuestión, el ex director del Dayly worker incomoda. Hyde denuncia la pasividad de los católicos y ofrece las claves para aplicar algunos de los métodos más exitosos de propaganda de los partidos comunistas a la propagación de la fe católica. Suena muy heterodoxo pero en realidad no lo es.

El libro tiene casi cuarenta años y en algún momento se nota. Pero si sustituimos el término “comunista” por el de “progresista” y, en el caso de España, incluso por el de “PSOE”, además de unas cuantas vilezas más que nos habían pasado inadvertidas, descubriremos que su apelación al activismo es de absoluta actualidad.

Esa rigurosa actualidad se refleja en el hecho de que un grupo profundamente católico y provida como 40 Days for Life (en España 40 Días por la Vida) recomiende la lectura de Dedicación y liderazgo a sus miembros, y el Instituto de Libre Empresa (Perú) haya agotado 13 ediciones.

Estos son algunos fragmentos de la obra más famosa de Douglas Hyde:

Minorías que se imponen

    “El partido comunista en todo el mundo cuenta con treinta y seis millones de miembros. Sin embargo, el impacto que ellos logran es tal que somos conscientes de su presencia en todo momento. Hay, por ejemplo, cuatrocientos millones de musulmanes y más de quinientos millones de católicos. Sin embargo, ninguno puede alegar haber tenido éxito igual al de los comunistas durante el periodo en el que el comunismo ha estado entre nosotros.”

Entusiasmo y dedicación

    “Si me preguntan cuál es la marca distintiva del comunista, qué es lo más destacable que los comunistas tienen en común (…) diría que, más allá de cualquier sombra de duda, sería su idealismo, entusiasmo, dedicación, devoción a su causa y su disposición al sacrificio. Cada miembro del partido es un hombre dedicado y en cuya vida el comunismo se vuelve una fuerza dominante, desde que se levanta hasta que se acuesta en las noches, los 365 días del año.”

El valor de la unidad

    “Los católicos hablan sobre la comunidad del Cuerpo Místico de Cristo pero muy pocos sienten ese sentido de unidad que los comunistas sienten con los hombres en todos lados.”

Exigirlo todo

    “Los comunistas hacen peticiones mucho más grandes a su gente que lo que la organización cristiana promedio osaría hacer. Creen que si hacen grandes demandas a la gente lograrán una gran respuesta. Es pues una política deliberada de su parte. Nunca hacen una demanda pequeña si pueden hacer una grande.”

No hay teoría sin práctica

    “Todo maestro comunista concluye una clase con estas palabras: ¿Qué van a hacer los camaradas sobre lo que hemos aprendido hoy? ¿Cómo vas a aplicarlo en el hospital donde atiendes? o ¿Tú, en la escuela donde enseñas? o ¿Tú, en la fábrica donde eres empleado?, o ¿Tú, como ama de casa en el vecindario donde vives?. El primer punto en la agenda para la próxima clase será: ¿Cómo aplicaron las camaradas lo que aprendieron la semana pasada?”

¿Quién habla hoy del demonio?

    “Si vas a ganar una guerra, debes hacer que tu gente crea que está peleando contra cosas monstruosamente malvadas, que el enemigo, individual o colectivo, merece ser combatido, o en todo caso, que debe ser combatido hasta que el perverso sistema sea destruido.”

Transformar el mundo

    “El cristiano puede decir que los comunistas tienen el peor credo de la tierra, pero tendrán que apreciar el hecho de que los comunistas gritan este credo desde lo alto de sus casas, mientras normalmente aquellos que creen tener el mejor discurso muestran una voz apagada y hablan lo más mínimo.”

Este martes, festividad de la conversión de San Pablo, el patrón ofioso de nosotros, los conversos, me acordé de Hyde.

    “Yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy” (1 Cor, 15,9).

El ex comunista británico insinúa un modelo de evangelización absolutamente moderno y a la vez absolutamente paulino, porque está basado en las técnicas de propaganda más exitosas desde el XIX, pero sobre todo está fundamentado en la fe, en la convicción profunda de que somos depositarios de la verdad no para nuestro gozo, sino para entregarla a quienes la ignoran y la vituperan.