lunes, 10 de octubre de 2011
La verdadera educación
(...)En este proceso continuo de transmisión y verificación critica la tradición de una cultura crece y se renueva en el tiempo.
¿Que sucede en una cultura que ha difamado la ascesis y desacreditado a la autoridad?
Lo ha descrito muy bien Erich Frommen un libro famoso hace tiempo, titulado Fuga de la libertad. El joven que tiene miedo de sus Impulsos y de la propia incapacidad de controlarlos y de disciplinarios acepta depender del poder de la opinión dominante en su ambiente.
En lugar de desarrollar un pensamiento critico se rinde a lo que se dice, a lo que quiere quien tiene el control de los medios de comunicación de masas.
Herbert Marcuse habla de sublimación represiva. La sociedad permisiva ofrece al joven numerosas modalidades de satisfacción inmediata del instinto, pero precisamente de este modo hace mas difícil la formación de una personalidad libre, capaz de establecer su propia relación con la verdad y de hacer de esa relación la guía de la propia construcción social.
La educación ≪tradicional≫ invitaba a luchar por controlar las propias pasiones, a buscar la verdad, a orientar las pasiones según la verdad y hacia la verdad.
El hombre llega a ser libre cuando reconoce la verdad. La obediencia a la verdad libera al hombre de la tiranía de las opiniones dominantes y también de la sumisión a los hombres. Temer a Dios es reinar. Quien teme a Dios no tiene miedo de los hombres.
Igualmente la obediencia a la verdad libera de la sumisión a las propias pasiones. Obediencia a la presión de las pasiones y obediencia al poder social externo pueden oponerse entre si, como ha sucedido con frecuencia en el pasado. Hoy acontece lo contrario. El poder social se alía con las pasiones del alma para impedir que se forme una personalidad responsable y libre, para crear una masa libremente manipulable por quien tiene el poder.
Este es el problema de la educación en nuestro tiempo. Esta, por una parte, la libertad del instinto y, por otra, la Libertad de la persona. La libertad de la persona supone que el sujeto es capaz de dominar su propio instinto y, de ese modo, llega a ser dueño de si mismo.
El hombre que no llega a ser dueño de si mismo mediante la ascesis acaba por sentir la libertad del instinto como una carga insoportable, no se orienta en los conflictos que surgen inevitablemente entre las diversas metas instintivas posibles y acaba por entregar de buena gana su libertad al poder social dominante.
El hombre que pide solo satisfacción inmediata a sus pulsiones se entrega inevitablemente a quien puede darle esa satisfacción, y resulta infinitamente manipulable.
El hombre pertenece a quien puede darle pan em et circenses. La satisfacción alucinatoria del deseo mediante el espectáculo televisivo sustituye el esfuerzo por realizar realmente las propias exigencias verdaderas.
El punto de llegada de buena parte de las modernas tendencias ≪deconstruccionistas≫ es precisamente la reconstrucción del yo y la abolición de la personalidad consciente. Para reconstruir la educación es necesario volver a partir de testigos autorizados -.no es esto lo que deberían ser, ante todo, los padres y los educadores?- que sean capaces de indicar sin ambigüedad el recorrido de una ascesis que hace capaces de verdad, que permite ponerse en marcha en el camino de la búsqueda de la verdad.
Publicado en L'OSSERVATORE ROMANO - edición en lengua Española ,numero10, marzo7de 2010 - p.14
¿Que sucede en una cultura que ha difamado la ascesis y desacreditado a la autoridad?
Lo ha descrito muy bien Erich Frommen un libro famoso hace tiempo, titulado Fuga de la libertad. El joven que tiene miedo de sus Impulsos y de la propia incapacidad de controlarlos y de disciplinarios acepta depender del poder de la opinión dominante en su ambiente.
En lugar de desarrollar un pensamiento critico se rinde a lo que se dice, a lo que quiere quien tiene el control de los medios de comunicación de masas.
Herbert Marcuse habla de sublimación represiva. La sociedad permisiva ofrece al joven numerosas modalidades de satisfacción inmediata del instinto, pero precisamente de este modo hace mas difícil la formación de una personalidad libre, capaz de establecer su propia relación con la verdad y de hacer de esa relación la guía de la propia construcción social.
La educación ≪tradicional≫ invitaba a luchar por controlar las propias pasiones, a buscar la verdad, a orientar las pasiones según la verdad y hacia la verdad.
El hombre llega a ser libre cuando reconoce la verdad. La obediencia a la verdad libera al hombre de la tiranía de las opiniones dominantes y también de la sumisión a los hombres. Temer a Dios es reinar. Quien teme a Dios no tiene miedo de los hombres.
Igualmente la obediencia a la verdad libera de la sumisión a las propias pasiones. Obediencia a la presión de las pasiones y obediencia al poder social externo pueden oponerse entre si, como ha sucedido con frecuencia en el pasado. Hoy acontece lo contrario. El poder social se alía con las pasiones del alma para impedir que se forme una personalidad responsable y libre, para crear una masa libremente manipulable por quien tiene el poder.
Este es el problema de la educación en nuestro tiempo. Esta, por una parte, la libertad del instinto y, por otra, la Libertad de la persona. La libertad de la persona supone que el sujeto es capaz de dominar su propio instinto y, de ese modo, llega a ser dueño de si mismo.
El hombre que no llega a ser dueño de si mismo mediante la ascesis acaba por sentir la libertad del instinto como una carga insoportable, no se orienta en los conflictos que surgen inevitablemente entre las diversas metas instintivas posibles y acaba por entregar de buena gana su libertad al poder social dominante.
El hombre que pide solo satisfacción inmediata a sus pulsiones se entrega inevitablemente a quien puede darle esa satisfacción, y resulta infinitamente manipulable.
El hombre pertenece a quien puede darle pan em et circenses. La satisfacción alucinatoria del deseo mediante el espectáculo televisivo sustituye el esfuerzo por realizar realmente las propias exigencias verdaderas.
El punto de llegada de buena parte de las modernas tendencias ≪deconstruccionistas≫ es precisamente la reconstrucción del yo y la abolición de la personalidad consciente. Para reconstruir la educación es necesario volver a partir de testigos autorizados -.no es esto lo que deberían ser, ante todo, los padres y los educadores?- que sean capaces de indicar sin ambigüedad el recorrido de una ascesis que hace capaces de verdad, que permite ponerse en marcha en el camino de la búsqueda de la verdad.
Publicado en L'OSSERVATORE ROMANO - edición en lengua Española ,numero10, marzo7de 2010 - p.14