lunes, 4 de abril de 2011

Quien mal anda, mal acaba

Hay veces en que el modo de vida de una persona puede llevarla a la catástrofe. Por ejemplo, un drogadicto suele perjudicar a sus estudios, su trabajo y su vida personal, siendo lo habitual que acabe solo. No hace falta ser vidente para adivinar el futuro de quien se empeña en seguir un camino aún sabiendo que es el equivocado. Sin embargo, siempre quedan excepciones que nos hacen pensar que alguien tiene mucho más de lo que se merece. Supongo que esas personas están allí para ayudarnos a vivir con la frustración y la ira. Por algo se dice que mala hierba nunca muere, pero no dejan de ser solamente la excepción que confirma todas las reglas.

Lo normal, sin embargo, sigue siendo que cada cual afronte las consecuencias de sus actos. Como cuando uno es tan poco sociable como yo; no tiene nada de extraño acabar sin amigos. Sin embargo, es muy duro cuando ves a alguien que se deja llevar por todos los caminos equivocados sin plantearse siquiera lo que está haciendo. Porque sabes a dónde le va a llevar eso y no puedes hacer nada por evitarlo. Esa sensación es una de las más deprimentes que existen, más para una persona como yo cuyo "trabajo" consiste en intentar guiar a los demás para que no acaben en el precipicio de la indiferencia y la incomprensión. La vida suele poner a cada uno en el lugar que le corresponde, pero a veces tarda demasiado.