domingo, 13 de marzo de 2011
Aborto tardío
El aborto tardío es una práctica terrible, una masacre. Para quien todavía no está convencido le basta detenerse en una noticia que llega de los Estados Unidos, de Filadelfia, donde el miércoles 19 de enero, fue arrestado el médico abortista Kermit B. Gosnell, de 69 años de edad, que desde hace décadas dirigía sin ser molestado lo que el fiscal del distrito de Filadelfia, Seth Williams, definió como una “casa de los horrores”.
De un espantoso informe del Grand Jury, se concluye que el doctor Gosnell inducía el nacimiento de los niños para después masacrarlos a tijeretazos, destrozándoles su médula espinal. El término que el doctor usaba para esta técnica es el de “snipping”, es decir “cortar”, también “recortar” o “dar un corte”.
Como refiere el Philadelphia Inquirer (del 20 de enero), el médico arrestado (junto a su mujer y ocho colaboradores) con la acusación de haber asesinado a una mujer proveniente del Bhután, Karnamaya Mongar de 41 años, y al menos 7 niños, se burló incluso de una de sus pequeñas víctimas. Se trataba de un niño llamado “Baby boy A”, abortado cuando la madre, de 17 años de edad, había llegado a la semana 30 de gestación, es decir una fase en la que el feto o niño era ya capaz de vivir fuera del útero.
El largo informe del Grand Jury (casi 300 páginas) es particularmente crítico con las autoridades compet entes. El documento habla de un “fracaso total” e “inexcusable” por la parte oficial. No obstante los numerosos avisos, la clínica de Gosnell, la Women’s Medical Society, fue clausurada sólo desde el 22 de febrero de 2010. Cuatro días antes, agentes federales y estatales habían irrumpido en la clínica: sospechaban que Gosnell prescribía ilegalmente analgésicos narcóticos. Lo que encontraron fue un panorama desolador: manchas de sangre por todas partes, hedor de orina y excrementos de gatos, instrumentos y material médico roto etc.
Gosnell se graduó en Medicina en el 1967, y comenzó a practicar abortos en otra clínica a principios de los años ’70. En 1972 puso en marcha el ensayo de un dispositivo uterino – bautizado como super coil -, que concluyó dramáticamente: de las 15 mujeres, 9 desarrollaron graves complicaciones y en un caso fue necesario realizar una isterectomía a la mujer, dejándola estéril. No obstante esto Gospell no fue sancionado.
Incluso después una inspectora de la National Abortion Federation describió el estudio de Gosnell como “la peor clínica abortista que jamás he visitado”, según el Philadelphia Inquirer la única sanción a la que se enfrentó Gosnell fue una multa de 1.000 dólares, por haber contratado a un asistente no cualificado. Una fruslería para el médico: ya que su clínica era una auténtica máquiina de hacer dinero. Según las estimaciones del Gran Jurado, Gosnell llegaba a cobrar de 10.000 a 15.000 dólares en una noche (puesto que realizaba los abortos en horario nocturno).
Se calcula que en todos estos años, Gosnell y su equipo han realizado clandestinamente cientos de abortos tardíos. En el estado de Pennsylvania, que dispone de una de las legislaciones más severas de los Estados Unidos, después de la semana 24 de gestación la práctica del aborto está prohibida (con alguna excepción). En la gran mayoría de los casos faltan las pruebas que inculpen al doctor Gosnell y a sus colaboradores, considerados culpables de la muerte al menos dos mujeres. “Estos asesinatos se habían vuelto tan rutinarios, que nadie ha podido dar una cifra exacta”, dice el informe, “se consideraban procedimientos estándar”.(...)
tonibandin.wordpress.com/2011/01/28/las-consecuencias-de-la-cultura-de-la-muerte-y-del-beneficio/
De un espantoso informe del Grand Jury, se concluye que el doctor Gosnell inducía el nacimiento de los niños para después masacrarlos a tijeretazos, destrozándoles su médula espinal. El término que el doctor usaba para esta técnica es el de “snipping”, es decir “cortar”, también “recortar” o “dar un corte”.
Como refiere el Philadelphia Inquirer (del 20 de enero), el médico arrestado (junto a su mujer y ocho colaboradores) con la acusación de haber asesinado a una mujer proveniente del Bhután, Karnamaya Mongar de 41 años, y al menos 7 niños, se burló incluso de una de sus pequeñas víctimas. Se trataba de un niño llamado “Baby boy A”, abortado cuando la madre, de 17 años de edad, había llegado a la semana 30 de gestación, es decir una fase en la que el feto o niño era ya capaz de vivir fuera del útero.
El largo informe del Grand Jury (casi 300 páginas) es particularmente crítico con las autoridades compet entes. El documento habla de un “fracaso total” e “inexcusable” por la parte oficial. No obstante los numerosos avisos, la clínica de Gosnell, la Women’s Medical Society, fue clausurada sólo desde el 22 de febrero de 2010. Cuatro días antes, agentes federales y estatales habían irrumpido en la clínica: sospechaban que Gosnell prescribía ilegalmente analgésicos narcóticos. Lo que encontraron fue un panorama desolador: manchas de sangre por todas partes, hedor de orina y excrementos de gatos, instrumentos y material médico roto etc.
Gosnell se graduó en Medicina en el 1967, y comenzó a practicar abortos en otra clínica a principios de los años ’70. En 1972 puso en marcha el ensayo de un dispositivo uterino – bautizado como super coil -, que concluyó dramáticamente: de las 15 mujeres, 9 desarrollaron graves complicaciones y en un caso fue necesario realizar una isterectomía a la mujer, dejándola estéril. No obstante esto Gospell no fue sancionado.
Incluso después una inspectora de la National Abortion Federation describió el estudio de Gosnell como “la peor clínica abortista que jamás he visitado”, según el Philadelphia Inquirer la única sanción a la que se enfrentó Gosnell fue una multa de 1.000 dólares, por haber contratado a un asistente no cualificado. Una fruslería para el médico: ya que su clínica era una auténtica máquiina de hacer dinero. Según las estimaciones del Gran Jurado, Gosnell llegaba a cobrar de 10.000 a 15.000 dólares en una noche (puesto que realizaba los abortos en horario nocturno).
Se calcula que en todos estos años, Gosnell y su equipo han realizado clandestinamente cientos de abortos tardíos. En el estado de Pennsylvania, que dispone de una de las legislaciones más severas de los Estados Unidos, después de la semana 24 de gestación la práctica del aborto está prohibida (con alguna excepción). En la gran mayoría de los casos faltan las pruebas que inculpen al doctor Gosnell y a sus colaboradores, considerados culpables de la muerte al menos dos mujeres. “Estos asesinatos se habían vuelto tan rutinarios, que nadie ha podido dar una cifra exacta”, dice el informe, “se consideraban procedimientos estándar”.(...)
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