miércoles, 6 de octubre de 2010
Pequeñas mentiras, grandes mentiras y estadísticas
Estos días andan los periodistas muy ufanos diciendo que ha habido un 14% menos de muertos en accidentes de tráfico. Me pregunto si eso consuela a los familiares y amigos de los fallecidos. Por otras parte, dicen también que se ha batido el record de población escolar en España con ocho millones de alumnos. No tienen en cuenta que esos son los últimos coletazos del boom de natalidad de los años sesenta. Así que, los políticos se apresuran a construir más escuelas, las cuales en apenas diez años estarán medio vacías. Por otra parte, los puestos de trabajo del profesorado tendrán que reciclarse en asistentes a la tercera edad; o también valdrían para intentar que aprueben el título de la Eso los millones de chicos que ya se habrán quedado fuera del sistema para entonces. El caso es reciclarse.
Cada día nos bombardean con nuevos datos estudiados especialmente para mantener el optimismo, siguiendo la estrategia del vaso medio lleno. Pretenden - y consiguen en muchos casos - que no seamos capaces de discernir hasta qué punto la noticia es positiva o negativa. Nos dan las conclusiones ya masticadas y digeridas, de modo que no sea necesario ningún esfuerzo intelectual. Por ejemplo, el otro día decían que la muerte de buitres a consecuencia de los parques eólicos había descendido en un treinta por ciento. De acuerdo, pero es que no debería existir ni un uno por ciento de accidentes con la fauna provocados por ese tipo de instalaciones. De ser así, lo lógico sería limitar o incluso prohibir los molinos de energía eólica. Como ello no es viable económicamente y por intereses estratégicos y políticos, incluso los ecologístas prefieren hacer la vista gorda y disfrazar las cifras.
Cada día nos bombardean con nuevos datos estudiados especialmente para mantener el optimismo, siguiendo la estrategia del vaso medio lleno. Pretenden - y consiguen en muchos casos - que no seamos capaces de discernir hasta qué punto la noticia es positiva o negativa. Nos dan las conclusiones ya masticadas y digeridas, de modo que no sea necesario ningún esfuerzo intelectual. Por ejemplo, el otro día decían que la muerte de buitres a consecuencia de los parques eólicos había descendido en un treinta por ciento. De acuerdo, pero es que no debería existir ni un uno por ciento de accidentes con la fauna provocados por ese tipo de instalaciones. De ser así, lo lógico sería limitar o incluso prohibir los molinos de energía eólica. Como ello no es viable económicamente y por intereses estratégicos y políticos, incluso los ecologístas prefieren hacer la vista gorda y disfrazar las cifras.
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