jueves, 2 de septiembre de 2010

La herencia cristiana de Europa

(...) -"Pero esta sentencia ha provocado una reacción política sin precedentes, que nadie se esperaba…
-Grégor Puppinck: Así es. Tres semanas después de la audiencia ante la Gran Sala del Tribunal de Estrasburgo, cada día queda más claro que se ha logrado una victoria realmente considerable contra la dinámica de la secularización. Si bien jurídicamente Italia todavía no ha ganado, políticamente ya ha logrado una victoria magistral. De hecho, hoy, al menos veinte países europeos han ofrecido su apoyo oficial a Italia, en defensa pública de la legitimidad de la presencia de los símbolos cristianos en la sociedad y, en particular, en las escuelas.

En un primer momento, diez países participaron en el caso Lautsi como “amicus curiae”, es decir, “tercera parte”. Cada uno de estos países –Armenia, Bulgaria, Chipre, Grecia, Lituania, Malta, Mónaco, Rumanía, Federación Rusa y San Marino– ha entregado a la Corte un documento escrito en el que la invita a anular la primera decisión. Estos documentos no sólo tienen un interés jurídico, sino que son ante todo testimonios extraordinarios de defensa de su patrimonio y de su identidad ante la imposición de un modelo cultural único. Lituania, por ejemplo, no ha dudado en comparar la sentencia Lautsi con la persecución religiosa que sufrió y que se manifestaba precisamente en la prohibición de símbolos religiosos.
A estos diez países, se les han añadido otros diez. Los gobiernos de Albania, Austria, Croacia, Hungría, Macedonia (ARYM), Moldavia, Polonia, Serbia, Eslovaquia y Ucrania, han puesto públicamente en tela de juicio la sentencia de la Corte y han pedido que las identidades y tradiciones religiosas nacionales sean respetadas. Varios gobiernos han insistido en el hecho de que la identidad religiosa constituye la fuente de los valores y de la unidad europea.

De este modo, con Italia, ya casi la mitad de los Estados miembros del Consejo de Europa (21 de 47) se ha opuesto públicamente a este intento de secularización forzada de las escuelas y ha afirmado la legitimidad social del cristianismo en la sociedad europea. Detrás de los argumentos reales de defensa de la identidad, de l a cultura y de la tradición cristiana nacional, estos veinte Estados han afirmado y defendido públicamente su apego al mismo Cristo; han recordado que está en conformidad con el bien común el que Cristo esté presente y sea honrado en la sociedad.
Esta coalición que agrupa a casi toda la Europa central y del este muestra que todavía hoy se da una división cultural interna en Europa; muestra también que esta división puede superarse, como testimonia la importancia del apoyo ofrecido a Italia por países de tradición ortodoxa, independientemente de la orientación política del momento.
La importancia del apoyo ofrecido por países de tradición ortodoxa se debe en gran parte a la determinación del patriarcado de Moscú a defenderse ante el avance del secularismo.  Aplicando la petición del patriarca Kiril de Moscú a “la unidad de las Iglesias cristianas contra el avance del secularismo”, el metropolita Hilarion, presidente del Departamento para las Relaciones Exteriores del Patriarcado de Moscú, ha propuesto la constitución de una “alianza estratégica entre católicos y ortodoxos” para defender juntos la tradición cristiana “contra el secularismo, el liberalismo, y el relativismo que prevalecen en la Europa moderna”. Este apoyo debe entenderse probablemente como una aplicación de esta estrategia.
El Consejo de Europa, del que depende el Tribunal de Estrasburgo, afirma en su Carta fundadora “el apego inquebrantable” de los pueblos de Europa a “los valores espirituales y morales que conforman su patrimonio común”. Estos valores espirituales y morales no son de carácter privado, constituyen la identidad religiosa de Europa y son reconocidos como fundadores del proyecto político europeo. Como recordaba recientemente el Santo Padre, el cristianismo se encuentra en el origen de estos valores espirituales y morales. La alianza de estos 21 países indica que es posible construir el porvenir de la sociedad europea sobre este fundamento, a condición de hacer una reflexión lúcida sobre el modelo cultural occidental contemporáneo y en la fidelidad a Cristo. Europa no puede afrontar el porvenir renunciando a Cristo".
 Jesús Colina

tonibandin.wordpress.com/2010/07/21/por-que-veinte-paises-estan-contra-el-tribunal-europeo-y-por-el-crucifijo