martes, 8 de junio de 2010

Entrevista al director de La última cima

REDACCIÓN HO.- A pesar de su juventud, Juan Manuel Cotelo es un veterano de la televisión y el cine. Ha trabajado en todos los canales de televisión, es actor, director, guionista y periodista y ha sido responsable del departamento de producción audiovisual de la Universidad Cardenal Herrera CEU.
Cotelo está embarcado en un insólito y valiente proyecto al que no ha llegado por causalidad y en el que está poniendo todo su empeño: una compañía de cine, televisión e internet que ofrezca productos de alta calidad a través de los cuales se transmita el Evangelio. El primer fruto de esta productora es La última cima, que se estrena el próximo día 4 de junio en varias capitales españolas.

"El último titular que leí sobre curas no los acusaba de pederastas, "solo" decía que la Iglesia ha dado un pelotazo económico aprovechando la crisis financiera. Pero usted ha decidido hacer una película sobre un cura que no es un ladrón, ni un pervertido sexual, sino todo lo contrario. No se va usted a enriquecer, ni a hacerse famoso, ni sus colegas del mundo del cine van a alabarle demasiado. ¿La última cima es su forma de decir 'basta ya'?
En primer lugar, le diría que ninguno de mis trabajos va contra nada ni contra nadie, sino siempre a favor de algo y alguien. Me gusta contar las historias que, en primer lugar, me han conmovido a mí. Me resistí a conocer a Pablo Domínguez, sacerdote, durante varios meses –por mis prejuicios- y cuando le conocí comprobé que era cierto lo que decían de él: era una persona atractiva y generosa. Hoy, en los medios, no es frecuente oír hablar bien de alguien. Nos acostumbramos y nos creemos las historias de personas perversas: violadores, ladrones de bancos, terroristas, políticos indecentes, maltratadotes de mujeres… Todo eso nos resulta creíble y nos interesa. Gastamos nuestras energías en poner a parir a otros. ¡Y luego nos cuesta aceptar que haya personas buenas, buenísimas! El mundo está lleno de gente buena y yo prefiero concentrar mi trabajo en conocerles y darles a conocer, que en criticar a los que actúan mal.

Con  respecto a mi enriquecimiento, le aseguro que ya me he enriquecido con esta película, con una riqueza tan grande que ningún talón bancario podría igualar. Lo de ser famoso es algo tan banal como que mucha gente sepa cómo es tu cara, a qué te dedicas y cómo te llamas. No es más que eso. Y si hablamos sobre mis colegas del cine, sólo encontrará en mí palabras de agradecimiento y amistad. Con mis amigos actores, guionistas y directores me une algo más fuerte que lo que me separa de ellos. La amistad no es la unidad de pensamiento y creencia. Eso sería un club, no una amistad. La mayoría de mis amigos no rezan ni tienen vinculación con la Iglesia. Si yo hubiera recibido la información que ellos han recibido sobre la Iglesia, tampoco yo rezaría. Jamás han conocido de cerca a un cristiano coherente ni nadie les ha hablado de un Dios cercano, que les ama como son, no como podrían ser. ¿Cómo se les puede pedir que tengan fe?(...)"

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