martes, 6 de abril de 2010
La casta Susana
El otro día leyeron ese texto en misa del Antiguo Testamento, que trata sobre una mujer acusada de adulterio injustamente. Ser casta no es sinónimo de virgen. Yo me considero una mujer casta porque no he estado con más hombres que mi marido. Pero, también practica la castidad aquel que sólo mantiene relaciones sexuales cuando está realmente enamorado; cosa que sólo sucede dos o tres veces como mucho en una vida. Castidad es sinónimo de honradez. Ser casto supone simplemente ser fiel a tu pareja, incluso aunque no la tengas todavía. Así es como se utiliza en la Biblia. De hecho, Susana estaba casada. Así que no tiene ningún sentido ese horror que sienten algunos ante el término; tal vez porque lo identifican con el cinturón de castidad. Lo normal es, o debería ser, permanecer casto durante toda la vida.
Lo contrario de la castidad es la promiscuidad. Se aprecia que una mujer sea casta, simplemente, porque ello garantiza la paternidad de los hijos. Un hombre, cuya pareja ha tenido otros compañeros sexuales antes que él, no puede tener la seguridad de que exista un freno moral que le impida irse con otros después. También para la mujer es una garantía pensar que, si su marido no ha sido un "picaflor" antes, no es probable que empiece a serlo cuando ya tiene pareja estable. Es difícil abandonar las viejas costumbres, y el hombre es un animal de costumbres. La moral tiene poco que hacer cuando la vida se ha convertido ya en una sucesión de experiencias emotivas sin sentido. Por eso, es importante tratar de evitar que los adolescentes caigan en esa espiral. Sin embargo, hoy en día, incluso desde el gobierno, se está fomentando lo contrario.
Lo contrario de la castidad es la promiscuidad. Se aprecia que una mujer sea casta, simplemente, porque ello garantiza la paternidad de los hijos. Un hombre, cuya pareja ha tenido otros compañeros sexuales antes que él, no puede tener la seguridad de que exista un freno moral que le impida irse con otros después. También para la mujer es una garantía pensar que, si su marido no ha sido un "picaflor" antes, no es probable que empiece a serlo cuando ya tiene pareja estable. Es difícil abandonar las viejas costumbres, y el hombre es un animal de costumbres. La moral tiene poco que hacer cuando la vida se ha convertido ya en una sucesión de experiencias emotivas sin sentido. Por eso, es importante tratar de evitar que los adolescentes caigan en esa espiral. Sin embargo, hoy en día, incluso desde el gobierno, se está fomentando lo contrario.