sábado, 16 de enero de 2010

Haití y la inercia del planeta

He escrito esto, sin que sirva de precedente.
12 de mayo de 2008.- Wenchuan, China, es el epicentro de un sismo de 7,8 grados, que deja 90.000 muertos. Sin embargo, de ese terremoto apenas tuvimos noticias porque no permitían entrar a los periodistas.

Hay quien ya está buscando culpables frente a la tragedia de Haití. Unos a la Iglesia, como no, malinterpretando unas declaraciones. Pero no hay que olvidar que ese país, por ser uno de los más pobres del mundo, estaba lleno de religiosos intentando ayudar. Muchos de ellos han muerto también en el terremoto.

Otros quieren echarle la culpa directamente a Dios, ¿por qué no?, que si es misericordioso cómo permite estas cosas. Se olvidan de que la naturaleza tiene unas leyes y el hombre se relaciona con su entorno libremente. Supongo que hace falta que explique que las dificultades han hecho evolucionar al ser humano desde hace milenios.

Esto me lleva al tema de la inercia: la tendencia de un objeto a permanecer en su estado de reposo o movimiento si no hay ninguna fuerza que lo impida. Muchos están subestimando la inercia de la naturaleza y del propio ser humano. Esos que creen que el hombre es capaz de manipular el planeta a su antojo.

Primero fue... el efecto invernadero, que nos íbamos a helar todos; luego, el agujero de la capa de ozono, que nos íbamos a freir; luego el cambio climático, y nos vamos a ahogar; por no hablar de la gripe A, que la mitad de lo que lean esto deberían estar ya muertos.

La naturaleza se ha recuperado ya de cosas mucho peores, meteoritos, glaciaciones, épocas sísmicas de siglos... También el hombre ha pasado por la gripe española, la peste porcina, la malaria, el sida... y mal que bien, aquí seguimos. Quién sabe si un milenio más o cuatro días. Eso es imposible de predecir.

Quien quiera creer en teorías fantásticas sobre la aniquilación del planeta o el ser humano es muy libre de hacerlo, siempre que no pretenda con eso cambiar el orden político y moral a su conveniencia. Mientras algunos seguiremos confiando en los designios de la Providencia y rezando por las víctimas.