jueves, 19 de noviembre de 2009
Ética y genética
Parece ser que existen unos llamados "biohackers" que se dedican a realizar experimentos genéticos por su cuenta sin ningún control. A eso le llaman "devolverle el poder al pueblo". Yo lo llamaría ser unos irresponsables. Con sólo que uno de sus juegos se les vaya de las manos podrían estar amenazando el futuro de toda la vida sobre la Tierra. Luego está la ganadora del Nobel de Medicina, Elizabeth Blackburn, que afirma que quiere mucho a su madre y a su hijo, mientras defiende la utilización de células madre embrionarias, porque "supone la posibilidad de curar, mejorar y sacar de la miseria a otros seres humanos". No sé si también piensa evitar la fealdad y el cambio climático...
Pero crear un embrión para luego matarlo, utilizando sus células, es algo inmoral fuera cual fuera el beneficio resultante, que todavía está por demostrar. De hecho las células embrionarias no han curado a nadie, como sí lo han hecho las de la grasa. Me preocupa mucho esta esta gente jugando a ser Dios y decidiendo por su cuenta quién tiene derecho a vivir y quién no. No será la primera vez que un visionario sacrifica miles de vidas intentando demostrar una teoría que no se podía llevar a la práctica, como el marxismo o el fascismo. Siempre ha habido locos peligrosos, pero ahora lo son mucho más que antes.
Como la naturaleza es sabia, sabe bien defenderse de semejantes ataques, volviéndolos contra quien los produce, pero lo malo es que nuestros hijos van a estar implicados en las consecuencias. Nadie sabe ya los productos químicos que estamos consumiendo en la alimentación, así como los que añaden a las cremas, jabones o la propia ropa. En lugar de animar esta investigación caótica y descontrolada, deberíamos estar de parte de nuestra salud. No se trata solo de problemas religiosos o morales, sino de simple sentido común. El equilibrio que la naturaleza ha establecido a lo largo de millones de años no se puede alterar a capricho de cada uno, y menos aún utilizando cadáveres humanos.
Pero crear un embrión para luego matarlo, utilizando sus células, es algo inmoral fuera cual fuera el beneficio resultante, que todavía está por demostrar. De hecho las células embrionarias no han curado a nadie, como sí lo han hecho las de la grasa. Me preocupa mucho esta esta gente jugando a ser Dios y decidiendo por su cuenta quién tiene derecho a vivir y quién no. No será la primera vez que un visionario sacrifica miles de vidas intentando demostrar una teoría que no se podía llevar a la práctica, como el marxismo o el fascismo. Siempre ha habido locos peligrosos, pero ahora lo son mucho más que antes.
Como la naturaleza es sabia, sabe bien defenderse de semejantes ataques, volviéndolos contra quien los produce, pero lo malo es que nuestros hijos van a estar implicados en las consecuencias. Nadie sabe ya los productos químicos que estamos consumiendo en la alimentación, así como los que añaden a las cremas, jabones o la propia ropa. En lugar de animar esta investigación caótica y descontrolada, deberíamos estar de parte de nuestra salud. No se trata solo de problemas religiosos o morales, sino de simple sentido común. El equilibrio que la naturaleza ha establecido a lo largo de millones de años no se puede alterar a capricho de cada uno, y menos aún utilizando cadáveres humanos.
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