lunes, 11 de mayo de 2009
Qué pena de juventud...
Hay pollitos que salen del nido cuando apenas han aprendido a volar. Van dándose golpes con todos los matorrales hasta que, a veces, deciden quedarse en nido ajeno. Buscan otro pájaro adulto que les haga el papel de padre. Esas relaciones pueden funcionar un tiempo pero, al final, o bien el adulto se cansa de su labor; o bien la polluela ya ha aprendido lo suficiente y decide seguir su camino, dejando atrás un nido destrozado. Yo nunca he dicho en este blog (hasta ahora) que el adulterio es pecado y, por tanto, los adúlteros son culpables. Yo no voy por ahí juzgando a la gente. Sólo intento hacerles ver que no se puede ser feliz participando en la desgracia ajena. Además, una jovencita tiene mucho más para elegir, una vida por delante, más oportunidades y más retos en la vida.
Aferrarse a lo malo conocido, supone privarse de otras posibilidades. Una vez me dijeron que yo era muy dura por decir eso. Pero hasta la fecha yo no he insultado a nadie, por decir o hacer cosas que me parecen mal. Algunos jóvenes, que no saben lo que es recibir una bronca en condiciones, resulta que se toman como ataque personal cualquier comentario. Sólo quieren que les digan: muy bien niña, haz lo que quieras. Qué pena de educación permisiva, que hace a la gente tan blanda que no soportan que alguien no esté de acuerdo con ellos, aunque se lo diga con respeto. Si sus padres hubieran ejercido de tales, no tendrían tantos problemas. Apuesto a que son los mismos niños que tiraban los palillos al suelo entre las risas de su familia.
Ahora bien, si la cosa está tan sensible, me temo que voy a tener que dejar de comentar también de forma definitiva. Por suerte, sigo teniendo algunas direcciones de correos. Si leer otros puntos de vista es algo tan insoportable para algunos, desde luego, van a tener una vida muy difícil. Todavía no tienen ni idea de lo que es ser duro con alguien o que alguien lo sea contigo, pero seguro que lo acabarán descubriendo por sí mismos. Si yo dijera todo lo que pienso a veces sobre algunos temas, algunos no podrían dormir por la noche. La vida sí que es dura. Yo sólo lo cuento.
Aferrarse a lo malo conocido, supone privarse de otras posibilidades. Una vez me dijeron que yo era muy dura por decir eso. Pero hasta la fecha yo no he insultado a nadie, por decir o hacer cosas que me parecen mal. Algunos jóvenes, que no saben lo que es recibir una bronca en condiciones, resulta que se toman como ataque personal cualquier comentario. Sólo quieren que les digan: muy bien niña, haz lo que quieras. Qué pena de educación permisiva, que hace a la gente tan blanda que no soportan que alguien no esté de acuerdo con ellos, aunque se lo diga con respeto. Si sus padres hubieran ejercido de tales, no tendrían tantos problemas. Apuesto a que son los mismos niños que tiraban los palillos al suelo entre las risas de su familia.
Ahora bien, si la cosa está tan sensible, me temo que voy a tener que dejar de comentar también de forma definitiva. Por suerte, sigo teniendo algunas direcciones de correos. Si leer otros puntos de vista es algo tan insoportable para algunos, desde luego, van a tener una vida muy difícil. Todavía no tienen ni idea de lo que es ser duro con alguien o que alguien lo sea contigo, pero seguro que lo acabarán descubriendo por sí mismos. Si yo dijera todo lo que pienso a veces sobre algunos temas, algunos no podrían dormir por la noche. La vida sí que es dura. Yo sólo lo cuento.