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sábado, 26 de febrero de 2011

Funcionarios...

He estado intentando apuntarme en una actividad de mi Ayuntamiento. Resulta que el mostrador de información no tenía a nadie durante las vacaciones escolares (tres semanas). Vuelto después y, qué casualidad, la empleada se ha puesto enferma del martes al jueves incluídos. Regreso el viernes y por la tarde tampoco trabaja. Total, que sospecho que la susodicha se ha pillado un mes de vacaciones, con la complicidad de sus compañeros de trabajo, pero, claro, no puedo probarlo. Y mientras, casi cinco millones de personas están en el paro en España, algunos sin derecho ya a prestación, mientras otros se aprovechan del contribuyente trabajando el mínimo posible. Y si está enferma de verdad, que le pongan un suplente. Será por funcionarios...

No digo que todos los funcionarios sean así, pero los que yo conozco, entre días Moscoso y bajas por enfermedad se pillan el doble de vacaciones que cualquier persona en la empresa privada. Entran tarde, salen pronto, se van a desayunar una hora y luego se quejan de que cobran poco al mes. La mayoría ganan exactamente el dinero que corresponde al trabajo que hacen. Otros pocos desafortunados (como ocurre en todas partes) son los que trabajan más horas de la cuenta y sin parar y cobran lo mismo. Siempre tiene que haber excepciones. Pero esta injusticia se solucionaría simplemente con que hubiera inspectores o algún tipo de control en la administración del estado sobre los empleados públicos, como ocurre en otros países.

martes, 8 de junio de 2010

La última cima

Esta película es un documental sobre un sacerdote, aficionado al montañismo, que murió en una escalada hace un año. Su vida fue un ejemplo para todos los que le conocieron. Pablo Domínguez era un hombre de 45 años simpático, vital e inteligente. Tenía un doctorado en filosofía y era profesor de teología. Además escribía libros y daba conferencias, pero le sobraba tiempo para estar junto a todos aquellos que lo necesitaban. Sabían que podían contar con él a cualquier hora del día o de la noche. A pesar de que no se encontraba bien de salud, le sobraba energía para dedicarle a los demás. Su fé era total, y la vivía con tanta alegría que la contagiaba a todos los que le trataban.

Yo no tuve esa suerte, pero sí que cuento con un equipo de sacerdotes en mi parroquia que también son un ejemplo de dedicación y entrega. Especialmente, hay uno más joven que organiza grupos de catequesis desde los ocho años hasta los jóvenes universitarios, de manera que puedan mantener viva su relación con la Iglesia todo el tiempo que lo deseen. Además tienen un grupo de alcohólicos anónimos, una oficina de cáritas, y otro de acompañamiento de ancianos y enfermos; además de su apoyo a la misión. Nuestros sacerdotes están al lado de cualquiera que los necesite, sea cual sea su raza, religión o ausencia de ella. No tienen sueldo; sólo los gastos pagados en la Parroquia. Y no son nada extraño. Representan al 99,99 por ciento de los religiosos católicos en el mundo.

miércoles, 2 de junio de 2010

La labor de la Iglesia

Cuando tanto se habla de los fallos de algunos católicos, que, sin duda, existen; no se habla nada en absoluto, en cambio, de la labor callada de la Iglesia. Desde hace siglos, juntos a los enfermos incurables, los más pobres entre los pobres, drogadictos, prostitutas, minusválidos y delincuentes; siempre ha habido un religioso católico dándolo todo a cambio de nada. En los países donde la malaria es una enfermedad endémica, allí están sufriendo tantas recaídas como sus habitantes. Con los enfermos de sida, corriendo el riesgo de contagiarse. En los lugares remotos donde no llegan las carreteras ni los servicios médicos; con los marginados, siguiendo siempre la máxima de: condena el pecado, compadece al pecador. La Iglesia no da la espalda a nadie.

Sin embargo, en el futuro, debido a la falta de vocaciones, la mayor parte de esta labor social de la Iglesia va a ir desapareciendo progresivamente. Entonces, cuando el estado tenga que hacerse cargo de todo y no pueda, tal vez algunos se dén cuenta de que todo el dinero que se entrega a la Iglesia (y sale de la declaración de la Renta de los que así lo deciden), ésta lo multiplica por mil, ya que ni los religiosos ni los voluntarios cobran un sueldo correspondiente al trabajo que están realizando. Lo hacen por amor al prójimo y, precisamente por eso, mucho mejor, muchas más horas y con más dedicación que cualquier asalariado. Cuando esa labor desaparezca, entonces muchos se van a lamentar de haberse quejado de la Iglesia Católica, pero ya será tarde.

sábado, 31 de octubre de 2009

Los "intelectuales y artistas" de la sopa boba apoyan al gobierno

Mira que en este blog procuro ser tolerante y moderada, pero hay cosas que claman al cielo. Como que ahora los sindicatos y los presuntos artistas de España se dediquen a escribir comunicados en apoyo de un gobierno que ya ha fabricado un millón de parados y va camino del segundo. Cómo se nota que ellos no viven de un sueldo, sino de las subvenciones millonarias de ese mismo gobierno y medios afines.

Desde hace décadas una buena parte de los escritores, cantantes o actores españoles ya no trabajan del talento que pudieran tener, que en muchos casos es dudoso, sino que dependen del apoyo institucional a través de las fiestas de los pueblos, los libros recomendados en los colegios y muy especialmente las subvenciones al cine español. Se sabe que hay incluso películas que no llegan a estrenarse.

Esta situación vergonzosa que no ocurre en ningún otro país que conozca ha permitido que surja toda una casta de "intelectuales" que comen de la "sopa boba" y viven muy bien. Tanto que luego residen en urbanizaciones de lujo, viste ropa de diseñadores internacionales y se codean en las fiestas lo mismo con aristócratas y magnates que con las mismas infantas, siempre con una sonrisa en la boca.

Mientras, en su trabajo, se dedican a dinamitar la sociedad española, empezando por sus valores tradicionales, siguiendo con la Iglesia y la alta sociedad en la que se mueven. El nivel de hipocresía de estas personas sólo es comparable al de los sindicalistas, que dicen defender a los trabajadores mientras ellos mismos no trabajan y les da lo mismo si vamos de cabeza a la ruina.

Si todos ellos tuvieran que vivir de su trabajo, no sólo los trabajos artísticos subirían de calidad de manera ostensible, sino que además no les quedaría tiempo para andar haciendo la pelota a los que les mantienen, ni tendrían razón alguna para hacerlo. Menos manifiestos y más solidaridad con quien de verdad la necesita y no con aquellos que no saben ni quieren hacer las cosas bien.