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lunes, 10 de enero de 2011

Salir de la rutina

Cuando tengo un periodo largo de vacaciones, aprovecho para hacer esas cosas que se van postergando siempre. Por ejemplo, guardar papeles y revisar los recibos. Eso lo hace mi marido porque yo soy negada con los números. También salimos algún día a la sierra de Madrid y otro nos vamos de excursión a algún lugar que no esté a más allá de cien kilómetros de distancia. Siempre vamos al cine. Me acuerdo de cuando decían que, debido al video y el dvd, iban a desaparecer las salas comerciales. No es lo mismo. Otro día nos paseamos por el centro de Madrid o algún parque. Solemos aprovechar para ir a ver animales a algún zoo o safari. Alguna vez vamos a ver un espectáculo que esté bien de precio.

Otra cosa importante es salir con mi marido a tomar algo por la noche. Esto no hemos podido hacerlo durante más de diez años. Luego, procuro comer fuera alguna vez y comprar comida hecha, porque yo también quiero vacaciones. En estas navidades hemos comido de restaurant dos veces y cenado una. También hemos ido a merendar. Otro sitio que visitamos a menudo son los grandes centros comerciales, generalmente buscando algo que no encontramos en nuestra zona. Cuando los niños eran pequeños, a veces íbamos simplemente a pasear y pasar la tarde, porque están frescos en verano y calientes en invierno. Así, procuramos hacer pequeñas cosas especiales cada día, para que vacaciones no sea sinónimo de ociosidad o incluso de aburrimiento.

viernes, 27 de agosto de 2010

El alma de las cosas

Cuando se estrenó la película Avatar, alguien escribió en el periódico del Vaticano una crítica negativa. Me parece un error descartar las religiones de tipo animista. Siempre será mejor creer en la divinidad de las cosas que no creer en nada. Al fin y al cabo, la Biblia habla de la creación por Dios de todos los seres vivos e inanimados, lo cual les confiere naturaleza divina. Somos parte de un todo en un ciclo continuo donde la materia se transforma en energía y viceversa. Igual que la ciencia no está reñida con la religión, tampoco tiene sentido rechazar otras creencias, siempre que respeten lo fundamental: el derecho a la vida y el amor al prójimo. Las distintas religiones interpretan una misma realidad, adaptada a tiempos y lugares diferentes.

De hecho, las personas sentimos una ligazón especial con algunas cosas que han formado parte de nuestras vidas. Por ejemplo, nadie desea destruir sus fotos, cuesta cambiar de coche o de casa y tirar trastos que ya no sirven. Parece como si, los muebles viejos o los juguetes de nuestros hijos guardaran dentro de sí de algún modo parte de nuestra historia. En mi caso, me encariño tanto que almaceno en casa montones de cosas inútiles. No hace falta que explique lo mucho que se puede llegar a querer a un perro o cualquier otro animal. Así que, ¿por qué no pensar que todos formamos parte del alma del universo?. La religión no debería ser algo excluyente, sino al contrario: tratar de englobar a todos y a todo.

martes, 26 de mayo de 2009

Instinto de supervivencia

Se supone que los seres humanos somos animales mamíferos del orden de los primates, de la familia de los homínidos que se limita al homo sapiens sapiens. Como animales, conservamos algunos instintos primarios, como el de supervivencia que nos lleva a defender nuestra vida, nuestro clan y buscar la reproducción. Sin embargo, la vida en sociedad ha ido limando estas características, de manera que no es normal solucionar los problemas con violencia, sino con leyes y razonamientos.

El tema reproductivo se simplificó mucho al inventarse los anticonceptivos. Ahora teóricamente nadie debería tener hijos si no lo desea. En la práctica, sin embargo, hay muchos fallos. La mayor parte de los embarazos no deseados se producen en mujeres que utilizaban anticonceptivos. Pero no quería hablar de eso hoy, sino del único modo cien por cien seguro de evitar el embarazo: la abstinencia. Existe incluso algo que se conoce como virginidad secundaria, que se refiere a aquellos que hay decidido no practicar más sexo mientras no encuentren a su pareja ideal.

Algunos se llevan las manos a la cabeza al oir la palabra abstinencia, como si el sexo fuera algo tan imprescindible en la vida como comer, dormir o respirar. No recuerdan que siempre ha habido personas célibes, que han vivido una vida perfectamente sana y normal sin probar las relaciones sexuales. El sexo es un instinto animal, pero se supone que una persona es mucho más que un simple animal. Se puede controlar el instinto sexual, igual que controlamos la agresividad, o incluso el hambre o el sueño, si hace falta.

Por otra parte, hay muchas personas que simplemente no disfrutan del sexo, sobretodo mujeres, y eso tampoco afecta a sus vidas de manera significativa. Pretender que la sexualidad es algo siempre agradable e imprescindible en nuestras vidas supone reducirnos a la categoría de mamífero no racional. Hay que darle a cada cosa el valor que tiene. El sexo es una parte de la relación de pareja, importante pero no vital. Ahora es cuando alguno dirá que hablo así porque yo no lo disfruto. Que piensen lo que quieran si eso les hace felices. Hoy me siento generosa.

martes, 31 de marzo de 2009

Bioética

Amo la naturaleza más de lo normal, todos los seres vivos, desde las plantas y los insectos a los grandes mamíferos. Sin embargo, no creo que haya que supeditar al hombre a la conservación del medioambiente. Tampoco creo que valga todo a la hora de justificar posibles avances científicos. Mi hija tiene una profesora de matemáticas que estudió biología. Como destacaba mucho, se especializó en genética, supongo que con alguna beca. Al cabo de un tiempo, descubrió que su trabajo le exigía experimentar con embriones, y lo dejó. Renunció a un futuro brillante, un gran sueldo y todo el prestigio correspondiente, para irse a dar clase a unos adolescentes. A su lado, mi decisión de no comentar más es una auténtica tontería.

Hay quien piensa que para preservar la naturaleza hay que reducir la población mundial. Pero no es que quieran suicidarse ellos. Se refieren a eliminar a los ancianos, enfermos, y evitar que nazcan tantos niños. Eso ya está inventado: se llamaba nazismo, y también lo han practicado en el comunismo. La naturaleza y el hombre se han mantenido en equilibrio durante milenios gracias a que tiene una capacidad de recuperación impresionante. Si ha sobrevivido a las glaciaciones y calentamientos sucesivos, también saldrá de ésta. No se puede exigir, por ejemplo, a algunos países que renuncien a producir electricidad para los hogares, porque estropea su medio natural; mientras otros derrochamos continuamente. Hay mucha hipocresía en este tema y mucho egoísmo.

Está claro que teniendo pocos hijos o ninguno, en occidente se gana en nivel de vida, pero a costa de hipotecar el futuro de todos. Otros países no pueden permitirse ese riesgo. Los niños son la única garantía de futuro de algunas culturas. Eso no significa que no piense que todos los seres vivos son valiosos en sí mismos; pero, también creo que todos los seres humanos tienen derecho a una vida digna. Una cosa no debería ser incompatible con la otra. El hombre no debe jugar a ser Dios con consecuencias imprevisibles sobre el planeta; pero tampoco debemos convertir a la naturaleza en un dios a quien adorar por encima de todo y de todos.

domingo, 29 de marzo de 2009

La música es el lenguaje de Dios

No os perdáis las declaraciones del concejal socialista Joaquín Manuel Montero: http://www.hazteoir.org/node/18906
Y la bitácora de izquierdas contra el aborto: http://lacomunidad.cadenaser.com/sialavida/posts

“El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la Ciencia abre acompañada de la Música”. Albert Einstein.
Cuando escucho música, no tengo estilo favorito, ni idioma ni época. Me emociona igual un baile tribal de algún pueblo perdido que el último éxito de ventas, siempre y cuando me llegue al alma. Otros animales también hacen música, aunque en su caso suele ser como una forma de comunicación, más que por simple placer. El ser humano en todas partes del mundo siente la necesidad de crear música y moverse a su ritmo, aunque no gane nada con ello.

La naturaleza es perfecta tal como es. La planta más insignificante no tiene nada que envidiar a los centros de flores más caros. Los animales a los que no prestamos atención, son en sí mismos, cada uno de ellos un prodigio imposible de igualar por la tecnología. El sistema digestivo, nervioso, sanguineo, muscular y escretor, trabajando en armonía sin apenas fallos durante años y años, son también como una sinfonía compleja de instrumentos.

Pero la música no tiene tanto que ver con el cuerpo, como con el espíritu. Nos hace felices, o nos conduce a la melancolía, nos trae recuerdos y nos hace soñar. La música nos acompaña desde que nacemos hasta el último aliento, y sería difícil imaginar nuestras vidas sin ella. Escuchar un concierto en vivo de cualquier estilo que te agrade, es una experiencia que va mucho más allá del hecho de estar allí. Es un recuerdo que se graba en la memoria y te acompaña siempre, y a cada uno además le dice algo diferente.

Dicen que la música calma a las fieras, y es cierto, lo cual no deja de ser algo inexplicable. También dicen que estimula la inteligencia de los niños, aunque sobre algunos grupos musicales tengo mis dudas. Como en todo en la vida, también hay gente con más o menos talento, y canciones que nunca debieron ser grabadas. Sin embargo, al ser la variedad tan grande, creo que existe una música para todos y cada uno; y cuando más aprendemos a apreciarla, más nos enriquecemos en espíritu.