Hace unos días hablaba con una amiga del papel de la mujer en la sociedad y de cómo el feminismo le ha robado la fuente de madurez, desarrollo y crecimiento personal que da la maternidad. Y me acordé de este clásico anuncio de Coca-Cola que en su momento me emocionó muchísimo en plan blandito viendo al hijo alto y guapete, orgulloso de su madre y saliendo a defenderla ante quien haga falta.
Pero más allá de la versión peliculera de mi emoción, este anuncio refleja una realidad que está siendo sistemáticamente obviada, la de las «referencias» y la experiencia que te da el ser madre y que sólo una mujer que vive la maternidad con entusiasmo y dedicación puede aportar a la sociedad y a un puesto de trabajo.
Y no es teoría ñoña, ni mucho menos. Una madre de familia, y más si lo es de familia numerosa, domina -sin que la sociedad haya tenido que invertir tiempo, recursos ni dinero en su formación- la gestión del desempeño, la gestión del tiempo, de los recursos humanos y financieros y la gestión de las crisis, ha entendido, a fuerza de equivocarse, que la empresa que funciona es la empresa que aplica el modelo de empresa competente frente a las clásicas paternalista, burocrática o agresiva y sabe aplicarlo, hace de cada trabajador el protagonista de su propio desarrollo basando la cultura organizativa de la empresa en la confianza, el compromiso recíproco y la comunicación a través de un modelo de liderazgo entendido como servicio.Ése es el curriculum de una madre, tela.
Así que el feminismo le debe a la sociedad una fuente de riqueza en recursos humanos que ya puede empezar a ver cómo repara.
Leonor Tamayo
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