Es curiosa mi manera de pensar los artículos. Realmente, lo primero que pongo siempre es el título. Suelo tener alguna idea rondandome por la cabeza o una frase que me ha llamado la atención. En este momento se trata de una de Mary Carmen (la de los muñecos): "Cuando mi hijo Miguel me pregunta cómo tiene que vivir su vida, le digo que el truco es muy sencillo: no desviarte de donde te ha puesto Dios". Creo que eso es lo que he venido haciendo a lo largo de los años. He aceptado mi destino sin demasiadas estridencias. Cuando vi que estudiar no me motivaba, no me empeñé en seguir por ese camino; cuando el trabajo tampoco acabó de llenarme, decidí dejarlo temporalmente; y, como me vi a gusto de ama de casa, he seguido así. Pero lo que no he podido abandonar nunca ha sido mi afición por la escritura, desde que aprendí hasta hoy; así que supongo que es ahí donde debo estar.
La vida actual exige muchas veces a las personas y, especialmente, a las mujeres, que tengan múltiples intereses y aficiones; que sean las más guapas, las más listas, las más capaces. Yo me retiré hace mucho de esa competición. Lo que no he conseguido nunca en cambio es dejar de darle vueltas en mi cabeza a todo lo que he visto y lo que he vivido, y tratar de sacar conclusiones. Como dice mi presentación del blog, de hace ya casi cuatro años y medio: tal vez pido demasiado, pero no dejaré de intentarlo. Los títulos de mis post siguen acudiendo puntualmente a mi cabeza - a veces varios al día -, y yo me esuferzo en explicarlos y darles forma, con mayor o menor fortuna. No sé si tiene realmente sentido tanto tiempo y esfuerzo dedicado a una labor anónima y solitaria, pero seguiré donde me ha puesto Dios, mientras no encuentre una señal que me indique lo contrario. Espero que sigáis aquí conmigo.