Se trata de una serie con temática religiosa donde, curiosamente, no se mencionan nunca las palabras: Dios, vida eterna o ángeles. La protagonista es una mujer que ayuda a pasar al "otro lado" a las almas de los muertos, atravesando una luz donde, a veces, pueden ver a sus seres queridos ya fallecidos. Hay otros espíritus que no quieren irse, porque prefieren quedarse y acumular poder a costa de las emociones negativas ajenas, pero a éstos tampoco los llaman demonios. La actriz que hace de Melissa tiene el mérito de ser capaz de llorar en todos los episodios. Debe tener los ojos destrozados. La serie resulta emotiva porque explora los sentimientos de los personajes. Aún así, realmente los guionistas tienen una imaginación inagotable, ya que lleva ya seis temporadas con un argumento tan básico. El caso es que yo la veo. Me resulta entretenida y suele tener un mensaje optimista y un final relativamente feliz, dentro de lo que cabe.
Sin embargo, no deja de llamarme la atención que se dedique una serie a hablar sobre la resurrección de las almas desde un punto de vista agnóstico. Tal vez lo siguiente sea que los programas de deporte los presenten personas a quienes el tema no les atraiga lo más mínimo; o podrían hacer documentales de animales para ilustrar a los cazadores; o sobre ciudades extranjeras que no nos gusten en absoluto... Aún así, prefiero ver una serie que admite la posibilidad de vida después de la muerte, aunque se trate de una versión atípica. Los protagonistas son agradables, las tramas son entretenidas y profundiza en el mundo de las emociones. El único problema es que, con tantas temporadas, ponen los episodios revueltos y, para quien no haya seguido la trama desde el principio, resulta algo complicado entenderla.