La gente que tiene la suerte de disponer de varias semanas de vacaciones, suelen elegir en su mayoría la playa para disfrutarlas. Hay muchos que se pasan tumbados en sus toallas unas cuatro o cinco horas diarias, llegando incluso a comer sobre la arena. Yo no aguanto más de un par de horas como mucho. Me cansa, me aburre y además, donde yo voy no hay servicios. No quiero pensar cómo se las arreglan los que están allí todo el día. Además, ya se sabe que tantas horas de sol son perjudiciales para la piel. Por otra parte, a mí la mezcla de sal y arena cada vez me molesta más con los años. Creo que tengo una cierta alergia; así que ahora procuro quedarme sentada en la silla, cuando no me estoy bañando. Estoy ya mayor.
Los que optan por vacaciones "todo mar" suelen alojarse también en pisos sobrehabitados, con parientes diversos, lo cual es una fuente de incomodidad y conflictos que, sinceramente, no sé cómo les compensa. Los más jóvenes suelen optar por vivir de noche y dormir durante el día. Esta forma de vida tampoco es sana, evidentemente. Supone abuso del alcohol, agotamiento físico y cambio de los ritmos de comida y sueño, con los desarreglos que eso implica; pero, claro, siendo jóvenes no se dan cuenta de ello. Las consecuencias llegan más tarde. Ese ritmo se puede soportar unos pocos días, pero después todo el organismo se resiente. Así que, entre descansar demasiado y no descansar, pocos optan por el término medio. Luego, somos una minoría los que preferimos conocer lugares nuevos y mantener un ritmo de vida ordenado.