Éste es el día y la hora. (De una canción de Shakira). Ya os he dicho alguna vez que estoy convencida de que hay épocas en que pasa todo y otras en que no pasa nada. No sé si será por los astros o por pura casualidad, pero cuando tienes una preocupación importante, lo normal es que tengas dos o tres. Cuando tienes un compromiso social, siempre vienen varios detrás. Cuando no tienes nada en que pensar, da lo mismo que intentes encontrar un entretenimiento, porque no lo vas a conseguir. Las cosas vienen siempre por rachas. También los problemas de salud suelen ir encadenados, uno detrás de otro, durante temporadas.
Pero lo peor son los periodos de incertidumbre, donde estás pendiente de que algo suceda, alguien te llame, algún tema salga adelante. Pero basta que lo tengas en tu cabeza, para que parezca que el mundo conspira en tu contra. El tiempo pasa angustiosamente despacio cuando esperas el desenlace de algo que te importa. Sin embargo, ese mismo tiempo corre desesperadamente cuando te gustaría disfrutar de la situación con calma. Así son las cosas y no queda más que aceptarlo. El fin de curso siempre es una de esas épocas en que parece que todo está en "stand by", y no veo el momento de que acabe el colegio, les entreguen las notas, asistamos a las actuaciones y podamos olvidarnos de todo eso hasta el próximo año.