Podrá la ministra Chacón prohibirle a los soldados que saluden con salvas a la Virgen; pero son voluntarios, nadie les ha obligado a estar allí y, por tanto, forma parte de su libertad individual acudir al Corpus. Podrá llegar el momento en que prohiban las procesiones o incluso ir a misa -no sería el primer sitio ni la primera vez-; pero no podrán evitar que la gente siga rezando en silencio. Las manifestaciones religiosas no son más que la punta del iceberg y no son en absoluto imprescindibles, aunque ayudan a sentirse mejor a los cristianos. Sin embargo, hay mucha gente no religiosa que se apunta también a este tipo de ceremonias por tradición o por estar con los amigos, y tampoco se lo pueden prohibir.
Personalmente, no soy muy amiga de las manifestaciones religiosas multitudinarias. A mí me gustan las capillas silenciosas con pocos fieles, pero muy concienciados. Por eso precisamente voy a misa entre semana. Pero las procesiones forman parte de la historia y la cultura de los pueblos. Se trata de una tradición familiar continuada durante generaciones que tiene un papel fundamental en la identificación de los pueblos. El sentimiento religioso es algo natural a las personas desde tiempos de las cavernas. Podrán prohibir los actos públicos, pero no podrán evitar que la gente se siga preguntando sobre el sentido de la vida y buscando respuestas a través de la Fe. Lo único que pedimos es respeto a nuestras costumbres.