El relativismo es la esencia del proyecto político de Rodríguez Zapatero, un proyecto que está ejecutando material e implacablemente. Un proyecto que a menudo tengo dudas de que una mayoría de españoles comprendan en toda su dimensión y significado.
A la hora de analizar ese proyecto, me veo siempre obligado a partir de una obviedad, para evitar tergiversaciones: no, no estoy diciendo que el Presidente del Gobierno quiera destruir España, aunque a veces lo parezca.
Lo que sí busca es llegar a una España debilitada, a una España alejada de los principios y valores que a lo largo de la Historia han forjado su identidad y su personalidad, una identidad y una personalidad que queden sustituidas por un vacuo relativismo.
Basta recordar los principales debates abiertos en España durante los últimos tiempos y que son el mejor retrato, la mejor fotografía y síntesis de ese proyecto.
Por una parte, está el debate de la Ley del Aborto. Por otra, estamos siendo testigos del inacabable debate del Tribunal Constitucional ante el Estatuto de Autonomía de Cataluña. Y ambos debates no son sino caras de una misma moneda. Ambos debates, aparentemente de una naturaleza tan diferente, comparten en realidad una misma base, un mismo origen, como es la crisis de valores, la crisis de identidad, el relativismo que caracteriza y alimenta el proyecto político de Rodríguez Zapatero.
Y lo mismo cabría decir de otros debates, como la propuesta de eliminar el crucifijo en las aulas de los colegios públicos y concertados o la anunciada Ley de Libertad Religiosa. Todo ello forma parte de ese objetivo único que es avanzar en la relativización moral de nuestra sociedad, a partir de un laicismo radical, precisamente porque no encuentran una resistencia social y moral con la suficiente fortaleza.(...)
Para Rodríguez Zapatero, el relativismo, la crisis de valores, es un fin en sí mismo, en la medida en que conduce a una sociedad aletargada, formada más por dóciles votantes que por ciudadanos comprometidos y decididos a tomar las riendas de su propio destino.
Es cierto que se atisban reacciones y cambios de actitud parcial y colectiva, como lo han sido las movilizaciones sociales frente a las aberraciones contempladas en la Ley del Aborto. Pero lo cierto es que, a pesar de mi convicción personal de que hay una mayoría social que sostiene y defiende valores radicalmente diferentes a los que sostienen esas iniciativas, el proyecto de Rodríguez Zapatero tiene la ventaja de enfrentarse a una sociedad inerme y en exceso conformista y acomodaticia.
Pues bien, a ese proyecto se le debe y se le puede hacer frente. Y existen instrumentos para ello.(...)
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