Hay gente que se queda bloqueada por una decisión equivocada que tomó en su momento. La vergüenza o el arrepentimiento pueden ser algo muy destructivo. Es necesario aprender que todos cometemos errores, algunos muy graves. Es imposible pasar por la vida sin traicionar en un momento dado tus ideas o a aquellos a los que más quieres. En las relaciones entre padres e hijos es donde más se nota esta situación. Te pasas la vida lamentando situaciones del pasado que ya no tienen remedio y pensando en qué medida podrá esto afectar a tus hijos en el futuro. Pero, si son gente madura, las dificultades deberían haberlos hecho más fuertes. No es tanto lo que nos pasa, sino la manera que tenemos de afrontarlo.
En ese sentido, yo no soy ningún ejemplo. Siempre he sido débil, tanto física como psicológicamente. Los problemas a menudo me desbordan y me siento incapaz de seguir adelante. Entonces me avergüenzo de mí misma, lo cual no hace más que agudizar mi bloqueo emocional. No puedo evitar ser como soy, pero lucho porque al menos mis hijos no caigan en este círculo vicioso. La autocompasión y la autoinculpación, tal vez tienen sentido en un momento dado, pero no sirven de nada a largo plazo. Hay que aprender del pasado para poder construir un futuro mejor, y, sobretodo para no caer otra vez en las mismas actitudes que no llevan a ninguna parte.