"El hombre nunca es feliz, sino que se pasa toda la vida buscando algo que se supone lo hará feliz; rara vez alcanza su objetivo, y cuando lo consigue, se desilusiona. A la larga naufraga, y vuelve al puerto sin mástiles ni velas. Después le da lo mismo si ha sido feliz o desdichado, porque la vida nunca fue nada más que un momento presente, siempre desvaneciéndose. Y ahora eso se acabó" (Schopenhauer).
En ocasiones nos pasamos la vida buscando y anhelando aquéllo que se supone estará al final del camino, en el futuro y nos olvidamos de vivir el Presente. Estamos acostumbrados a planear, a querer llegar a una meta y cuando la alcanzamos nos damos cuenta que ahora queremos otra cosa más. Los seres humanos como dice Schopenhauer somos insaciables en cuanto a deseos, hoy tenemos uno, lo satisfacemos y mañana tenemos otro diferente.
En la adolescencia me enseñaron que el fin último del hombre era la Felicidad y yo la veía como algo que se encontraba al final del camino. Basaba mi vida en hacer cosas para llegar algún día a ser feliz y nunca me enseñaron que la felicidad se podía encontrar en el día a día. Esto lo tuve que aprender en base a experiencias y unas no han sido agradables.
Existen personas que viven en el futuro, generalmente están pensando en alcanzar ciertos objetivos profesionales o materiales y tan pronto los consiguen se plantean otros más. Existen otras más que viven en el pasado, recuerdan aquéllo que les afectó, que los lastimó, incluso anhelan momentos de felicidad que alguna vez tuvieron y los ven como algo que quedó atrás y que ahora por circunstancias de la vida las cosas ya no podrán volver a ser igual. En ambos casos se olvidan de disfrutar el presente, de entender que el pasado nos sirvió para estar en el lugar que estamos y que el futuro es incierto y si queremos ser felices en él pues tenemos que aprender a vivir el hoy, a disfrutar a cada persona y a cada cosa que se encuentra a nuestro alrededor.
Parece sencillo pero no lo es. El apego nos impide disfrutar el hoy, el apego que tenemos a lo que tuvimos o a lo que podríamos tener después, no es sólo un apego a lo material, también aplica a lo emocional. Nos es difícil soltar, dejar en el pasado lo que tiene que estar ahí.
Tengo muchas amigas divorciadas, solteras y separadas a quienes les ha costado trabajo entablar otra relación, qusieran tener una pareja, tener compañía y de repente no hay ningún varón a su lado, sólo amigas. Confieso que en ocasiones me he sentido en esa situación. Hace tiempo platicaba con una gran amiga sobre las relaciones con los hombres y hablábamos de un miedo al compromiso por parte de ellos, a muchos les da miedo perder su independencia a otros les da pánico lo que pueda venir, el compartir su vida con alguien más. En general, a las personas nos invade un gran egoísmo en dónde queremos que el otro (a) ceda y nos acepte como somos pero nosotros no estamos dispuestos a aceptarlos (as) como son. Nos da miedo ceder, nos da pánico el darnos la oportunidad de convivir en pareja y de intentar día a día ser felices. Alguien a quien quise mucho alguna vez me dijo "Hice muchos sacrificios por tí y no los valoraste", cuando pensamos en hacer algo como sacrificio y no por la voluntad, el querer que nos lleva a hacerlo, terminamos cobrando esa factura muy cara, ya que los sacrificios cuestan y cuestan mucho!. Cuando queremos hacer las cosas pues las hacemos de corazón y no esperamos que el otro lo valore, nuestra recompensa termina siendo la satisfacción de haber querido hacer las cosas.
Por eso hoy hay crisis en las relaciones, hay crisis en las parejas y en los matrimonios. Nos la vivimos pensando lo que sucederá cuando seamos viejos, recordamos lo bonito que era cuando estábamos enamorados, incluso también recordamos el daño que nos hicieron y todo esto nos impide ser felices hoy. Nos apegamos a ideas, sentimientos y creencias.
Mientras más leo y reflexiono me convenzo más que me hubiese gustado mucho en su momento haber tenido la mentalidad que tengo hoy. Creo que hubiese cometido menos errores si en su momento hubiese madurado, incluso creo que tal vez hubiese podido salvar mi matrimonio y vivir en pareja y en familia como siempre lo quise. Lamentablemente no supe cómo hacerlo y hoy ya es demasiado tarde. Actué siendo una persona que no pensaba en las consecuencias y si en aquel momento hubiese sabido el daño y dolor que podía causar con mis palabras y actitudes, jamás lo habría hecho.Hay personas a las que simplemente no puedes volver a amar como alguna vez lo hiciste. Cuando el amor, el respeto y la confianza se van ya no hay mucho que rescatar en una relación de pareja. Con el paso del tiempo se podrá transformar ,una vez que las heridas hayan sanado pero ya no podrás volverlo (a) a ver como pareja.
Amar a alguien es un compromiso que se da en el día a día, en el sólo por hoy, como dicen en Alcohólicos Anónimos.
En la medida que aprendemos a amar lo que tenemos cada día podremos ser felices, disfrutando esos pequeños momentos y ese proceso de seguir viviendo y en los que también hay que disfrutar nuestros enojos, errores, tristezas y no sólo la alegría que podemos sentir ya que cada día cuenta y como dijo Leonardo di Caprio en la película de Titanic "Make this day count!".
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