Espero que el lector de este artículo disculpe la fea expresión pero expresa de forma acertada, a la vez que grosera, la idea de la que quiero partir. Debo la cita a la lectura del magnífico ensayo de Alicia Delibes Liniers titulado La gran estafa. El secuestro del sentido común en la educación; y con permiso de su autora me sumo al paralelismo de ideas que ella concibe y de la siguiente manera expresa: «Yo también…me he preguntado en qué momento se habrá jodido la escuela en España, en qué momento el objetivo de los profesores dejó de ser enseñar, en qué momento se perdió el sentido común y en qué momento la escuela pública inició el viaje hacia su autodestrucción».
El tejido de eso que llamamos Sistema Educativo está corroído por una polilla invasiva desde hace mucho tiempo. La debacle que padecemos desde hace ya dos decenios no tiene fácil solución y tengo para mí que este Pacto empieza a devenir en estafa. Estafa de una clase política que no cree en nada objetivamente verdadero y que, por ello, se permite el lujo de negociar y prostituir hasta lo más sagrado. Lo siento, no me fío de esta casta de políticos.
Como profesor me he sentido muchas veces vilipendiado y menospreciado, pero las propuestas de algunos «okupas» de ministerios y sillones presidenciales me suben sobremanera la bilirrubina. Resulta indecente y ofensivo a la más básica inteligencia ofrecer ordenadores al peso para solucionar el problema de la Educación en España (quizás por ello Zapatero sea un término que rime tan bien con embustero). Incluso algo tan aparentemente diáfano en su bondad como es la oferta de más inversión de dinero en la Enseñanza me ofende y me enerva. Y ello porque ya se pueden alfombrar de millones de euros nuestros institutos y colegios, que mientras la degeneración general expresada en clave de rechazo al saber y a la verdad siga instalada en docentes y alumnos, la iniciativa solamente serviría para ahondar más la dichosa crisis económica.
Es muy duro comenzar por cuestionar los entresijos del sistema pero es condición sine qua non para que un Pacto con supuesta vocación de «salvación» tenga unas mínimas posibilidades de éxito.
Debemos retrotraernos al principio de todo (lo de «cuando se j… el Perú») para empezar a desmontar las mentiras de la progresía bienpensante que reina sin pudor ni oposición desde la revolución del 68. Habría que tener la gallardía de Sarkozy, que ni corto ni perezoso afirmó en plena campaña electoral que el prohibido prohibir y otra serie de sandeces se iban a acabar en Francia. Empezar a llamar a las cosas por su nombre resulta absolutamente necesario para desenmascarar a todos los constructivistas de esa neolengua orwelliana que travestidos de pedagogos quieren renegar de los genios que nos han hecho disfrutar de la sabiduría de Occidente hasta el día de hoy. Me refiero a la proscripción de los términos disciplina, estudio, esfuerzo, voluntad, sacrificio, verdad, virtud…y tantos otros que, en su ausencia, nos están dejando huérfanos de cultura.
Por eso mantengo que hasta que no se desenmascare la podredumbre del sistema que hoy padecemos el Pacto dichoso será una farsa completa; un fardo más que echarse a las espaldas de los cansados y vilipendiados profesores.
Paso a exponer una muestra literal de cómo enseñar matemáticas para que los niños no se aburran y, sobre todo, para que las duras matemáticas tradicionales no sigan provocando las desigualdades intolerables entre los que las entienden y los que no. Esta propuesta pedagógica fue parida por alguna modernísima y ultraprogresista mente que soñó con unas matemáticas sin esfuerzo y para todos. Y adelanto que lo que a continuación va a leer el lector es verdad; así que agárrese a la silla e intente leer hasta el final:
Ejemplo de innovación pedagógica de Matemática difusa: Parodia matemática. La revista Suma , editada por la Federación Española de Sociedades de Profesores de Matemáticas, en su número de febrero de 2001, publicó una feliz y genial propuesta “de gran valor no sólo matemático sino también interdisciplinar”. (del libro anteriormente citado, La gran estafa, de Alicia Delibes. Pgs 136-137):
Título de la canción: Las fracciones. Basada en Allá en el rancho grande
Allá en el instituto
Allá donde estudiabaHabía una profesora
Que alegre me enseñaba
Que alegre me enseñaba
Te voy a enseñar las fracciones
Como me las enseñaron un día
Empezaremos por las sumas y seguiremos por las restas
Para sumar fracciones se halla el denominador
Y seguidamente se halla el numerador
Allá donde estudiaba
Allá donde yo iba
Había una profesora
Que claramente me decía
Que claramente me decía…
Y comenta Alicia Delibes con tono socarrón y triste: «Esta experiencia pedagógica fue considerada por la dirección del centro como innovadora y enriquecedora para los alumnos. Su mayor valor fue el de conseguir la implicación de los departamentos de Lengua y Música».
Termino con una extraordinaria cita de Jean- François Revel, El conocimiento inútil:
«En el curso de ciertos periodos, la ideología devora todas las disciplinas y todas las prácticas;sale de su cauce natural para invadir áreas habitualmentereservadas al saber y al aprendizaje puro».
Miguel Ángel Ortega. Miembro de Profesionales por la Ética y… sufrido profesor de Matemáticas y Biología
www.profesionalesetica.org/2010/02/08