" (...) En la sociedad está aceptado que el que mata tenga cárcel, pero si al que se mata es al no nacido no está tan bien aceptado. Hoy, igual que ayer, se puede matar al no nacido impunemente y es legal. ¿Quién es el asesino?
Sin embargo, es interesante preguntarnos por qué nadie, ni siquiera los provida, proponen que vaya a la cárcel la mujer que aborta (sea adolescente, mujer trabajadora, inmigrante…). La respuesta es evidente. La sociedad entera se da cuenta que el aborto no es un acto libre. La mujer es también víctima del gran engaño del aborto como “solución”. Víctima en algunos casos de un mercado al que interesa que se entienda la sexualidad como un objeto de consumo. O aún peor, víctima de un sistema económico y político, que la condena a unas condiciones laborales en las que se le impide ser madre. Empleos esclavizantes, condiciones de explotación y separación forzosa de su familia y su red social, amenazas de expulsión, persecución, despido, paro… Este calvario lleva a muchas mujeres a la desesperación del aborto. Pero el responsable político, y el sistema económico, se lavan las manos dejándola a ella como única responsable de la decisión “libre” del aborto. Y esa decisión la condena a un dolor aún mayor.
Una amiga matrona nos comentaba que todas las mujeres que ha visto abortar salen llorando. Todas. Este imperialismo nos quiere esclavos. Y el aborto es otra forma de someternos, por eso la mayoría de los abortos en el mundo, y en España, se dan entre los más empobrecidos y explotados. Por tanto, el aborto es un crimen político. Un crimen contra los débiles para tenerlos más dominados, manipulados y así poder explotarlos mejor.
Si estamos contra el aborto, debemos luchar contra el paro y la expotación, contra el hambre provocada por la injusticia. Debemos crear un mundo donde los adultos puedan tener un hogar, trabajar dignamente y mantener a sus familias con un salario justo. La responsabilidad política Estas ministras de nuevo cuño, vividoras del socialismo, que no socialistas, se ríen y se felicitan, ¿de qué?, de sacar adelante una nueva ley que convierte en derecho el asesinato. Con esos aires de progresía se creen nuestros gobernantes con el derecho de hacer lo que ellos quieran, pero habrá que recordales que no porque estén en el sillon acolchado del poder pueden hacer lo que les venga en gana contra los débiles. No moverán un dedo contra el paro y la explotación, no defenderán a los inmigrantes que mueren en las aguas, sino que perseguirán a los que no tienen papeles, justificarán a los explotadores y subirán los impuestos a los empobrecidos. Y si las mujeres no pueden tener hijos, les ofrecerán el “derecho” a matarlos.
A los que han justificado la anterior ley del aborto, y a los que justifican esta, les decimos con Gandhi: “la ley de la mayoría no tiene nada que decir cuando le toca hablar a la conciencia”.
Los socialistas de hoy no quieren ni por un segundo analizar el significado de las siglas del partido al que pertenecen, unas siglas cuya historia han traicionado. Los militantes obreros que han dado su vida por el socialismo no permitirían que unos vividores como estos se llamaran “socialistas” mientras pisotean a los débiles y enriquecen a los más ricos. La izquierda real siempre ha defendido la vida del débil (...)".
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