Creo que he aprendido mucho en la escuela de la vida. Por suerte, más por experiencia ajena que propia. Pero soy una persona de emociones muy intensas. No es tanto lo que te sucede sino el modo en que lo vives. Sé lo que sentirse sola e incomprendida por casi todos y no tener un amigo en quien confiar. Sé lo que es sentirse desbordada por las circunstancias y no poder más, pero tener que seguir adelante. Sé lo que es echar de menos sin esperanza y ver pasar los días, meses y años, todos iguales. Sé lo que es preocuparse por el futuro, sabiendo que no está en tu mano solucionar nada. Pero no se puede permitir que la emotividad gobierne tu vida. Hay que mantener siempre la cabeza en su sitio.
También he vivido muchas experiencias ajenas de los múltiples problemas que puede traer la vida: amor, celos, traición, desamor, alcohol, drogas, depresión, anorexia, apatía, extremismo, enfermedad, locura... Lo he sufrido como propio y he archivado todo en mi cabeza. Practicamente no existe situación que no haya vivido de un modo u otro. Y ahora además cuento con los testimonios de internet. A veces me gustaría no conocer nada y no sentirme capaz de opinar sobre ningún tema. A veces también a mí me invade el vacío y me pregunto si tantas emociones valen la pena. Entonces me pongo a rezar porque es lo único que me consuela y me ayuda a no perder la perspectiva de la realidad.