Vivimos en una sociedad reprimida, pero no en el sentido sexual que le dan tantos, sino en un sentido pasional. Vivimos en el mundo del buen rollo, quedar bien y lo políticamente correcto, lo cual obliga a muchos a fingir que están de acuerdo o que les parecen bien cosas que realmente no les gustan. También supone que los padres tienen que ser amigos de sus hijos, ya que la amistad se ha convertido en algo mucho más valioso que la familia. Hay que ver el daño que ha hecho la psicología moderna. Por evitar traumas, hemos creado una sociedad desnaturalizada.
Se ha perdido el valor del auténtico respeto sustituyéndolo por las apariencias. De hecho se critica más que nunca, se ataca a los adversarios y a todo el que se sale de los cánones de la modernidad, pero sin embargo no está permitido enfadarse. Hacer burla, insinuar las cosas más terribles, reescribir la historia, negar los hechos, malinterpretar las intenciones; eso sí, está al cabo de la calle. Es una guerra soterrada donde gana aquel que consigue no inmutarse, no darse por aludido. No se puede tener carácter.
Incluso dentro de la pareja lo importante es no dar que hablar. Algunos se separan sin que nunca se les haya oído una palabra más alta que otra. Está mal visto discutir, pero no romper. Esa falta de pasión lo impregna todo en una sociedad donde vale más la última noticia sin importancia que la realidad del mundo. Gente que cree que tiene una vida intensa porque escribe muchos mensajes de móvil o tiene muchos amigos en el facebook. Gente que cree que trabaja mucho porque pasa diez horas al día fuera de casa.
Luego buscan esa pasión alimentándose de emociones fuertes, practicando la infidelidad por internet, viajando a lugares exóticos y caros, comprando de forma convulsiva, cambiando de pareja como de ropa. Intentan hacer algo que les recuerde que aún están vivos, que tienen emociones; intentan provocar la alegría y el sufrimiento de forma artificial y forzada. Como si la vida en sí no fuera suficiente cuando se vive con pasión y con carácter, cuando no se tiene miedo de decir lo que piensas, de demostrar que te importa tu pareja y tus hijos, aunque eso signifique llegar al enfrentamiento si es necesario.
Porque tener carácter significa estar dispuesto a luchar por lo que crees y no pretender simplemente llevarte bien con todos a cualquier precio. Porque ser apasionado implica no hacer la vista gorda cuando ves que la gente que quieres está tomando decisiones con las que no estás de acuerdo, está haciendo cosas que no te parecen bien. Porque ser buena persona no es decirle a todo el mundo que sí, mientras le criticas por la espalda; ni ser tolerante con todos, incluídos los criminales; ni hacerle la vida fácil a tus hijos, impidiendo que maduren. Intentar ser mejor cada día supone tener carácter y vivir la vida con auténtica pasión aunque eso te haga sufrir.