Alguien diría que los lobos son más peligrosos, pero eso es muy relativo. Al lobo se le ve venir, pero a veces hacen más daño los bienintencionados. La masa es un animal muy manejable. Aquellos que se dejan llevar por el que más grita o el más ingenioso, a la larga, hacen un daño irreversible. Aunque crean que se mantienen al margen, su influencia es muy dañina. La gente pusilánime que se deja llevar tuvo la culpa, por ejemplo, de la elección de Hitler. En estos momentos, nuestro país está atravesando una de las peores épocas de su historia reciente, pero aquellos que deberían protestar están extrañamente adormilados. Es otro consecuencia de la pérdida de valores como la integridad personal o la justicia. Incluso han llegado a decir hace poco que insultar al jefe no es delito. No sé dónde vamos a llegar. Ahora las oficinas van a ser como los colegios, y el trabajo no saldrá, simplemente porque no les da la gana.
Pero, mientras la masa permanece callada y obediente y se deja amansar con buenas palabras, los lobos siguen haciendo de las suyas. Mirar hacia otro lado y dejar hacer nos ha llevado a esta situación en que los policías necesitan protección y los maestros atención psicológica. No es extraño así que reine la desidia y las ganas de divertirse a cualquier coste. Una persona tiene la obligación de mantenerse informada, conociendo los pros y contras de cada situación. Después debería actuar en consecuencia, sin permitir que otros le indiquen el camino a seguir. De otro modo, al final, el poder y el dinero son los valores que rigen nuestras vidas, a veces incluso sin que seamos conscientes de ello. Y los lobos sonríen mostrando sus dientes afilados, pero nosotros lo interpretamos como una muestra de simpatía.