No sé hasta qué punto creerme la gravedad de esta enfermedad, pero lo que sí está claro es que va a servir para algo importante. En mis tiempos, si ibas al colegio con fiebre, te mandaban a casa. Ahora, no pueden mandarte a tu casa porque no hay nadie. Así que los padres envían a sus hijos enfermos al colegio, cargados de paracetamol, que les administran los profesores, cosa que me parece una barbaridad porque están contagiando a sus compañeros de clase. Con razón mis hijos estaban siempre enfermos. Pero ahora, con la famosa gripe A, los niños que tengan fiebre no podrán ir al colegio sin provocar una alerta sanitaria, así que los padres no tendrán más remedio que quedarselos en casa. Creo que este año va a bajar la incidencia de todos los catarros y la gripe vulgar, de manera que, al menos, saldremos ganando algo de toda esta campaña.
Otra ventaja será la higiénica. Yo les decía a mis hijos que se lavaran las manos y, en distintos colegios, me contestaban que no había jabón ni secadores en el baño. Con las nuevas normas, se supone que todos tenemos que lavarnos varias veces al día y los niños con más razón. De este modo, espero que al fin vayan con las manos limpias. Sin embargo, hay quien cae en las paranoia. El otro día, vi a una madre limpiando a sus hijos con toallitas desinfectantes. Los virus y las bacterias también viajan por el aire y evitar el contagio al cien por cien es imposible, a no ser que nos metamos todos en burbujas de plástico. La higiene nunca está de más, y el civismo tampoco, pero no debería hacer falta asustar a la gente para que se tomaran esta clase de medidas de sentido común.