De vez en cuando conviene y es muy sano salir de uno mismo y echar un vistazo alrededor. Recordar, por ejemplo, que la mayor parte de los habitantes de La Tierra no tienen un grifo en sus casas de donde salga agua limpia, sin ningún esfuerzo por su parte. Ni siquiera tienen un desagüe o alcantarilla para deshacerse de los residuos orgánicos. Al menos en la mitad del mundo tampoco es habitual disfrutar de corriente eléctrica. Mientras nosotros hablamos de reducir el consumo, nos estamos olvidando de que muchos aún no han tenido la oportunidad de probarlo. No tiene mucho sentido, desde ese punto de vista, hacer planes a largo plazo que están basados siempre en nuestras necesidades y nuestros lujos, ignorando al resto de la humanidad.
Los organismos internacionales que nacieron, en principio, con la idea de ayudar a los países pobres, se han convertido, en muchos casos, en cómplices de intereses particulares. En este panorama, sólamente algunas ongs. siguen garantizando que la ayuda llegue realmente a los necesitados. Aunque sólo puedan abarcar unos cuantos pueblos, su labor supone un cambio enorme de vida para aquellos a los que beneficia. Cada hombre, mujer o niño que consigue una vida mejor, salud, educación o trabajo, ya compensa todo el esfuerzo que supone. Por eso, quiero invitaros a ayudar cada uno con lo que pueda a estas organizaciones. Es increíble lo que un simple euro puede lograr entre los que carecen de todo y todo lo aprovechan al cien por cien.