Me hace gracia cuando algunos dicen que las mujeres que nos ocupamos de "sus labores" somos una especie de esclavas. Habrá de todo, supongo, pero a mí me parece un trabajo bastante agradable. Sobretodo porque no hay jefe, de manera que puedes organizar tu propio horario. Si algún día no me encuentro bien, puedo dejarlo casi todo para otro momento. Si quiero irme de compras, dejo la comida preparada. Como mis hijos comen en el colegio suelo estar libre hasta las cuatro. Lo que ocurre es que hay mujeres o maridos que están obsesionados con la limpieza y el orden, de manera que se pasan la vida limpiando el polvo o barriendo el suelo. Ése desde luego no es mi problema y, afortunadamente, a mi marido tampoco le importa. Mi casa "is a mess", es decir, un lío, un desorden, porque está llena de cosas por enmedio; pero es que a mí me gustan las casas donde se vive. Me choca mucho cuando entro en una casa que parece una exposición o un salón de recepciones.
Gracias a que soy ama de casa puedo ponerme en el ordenador tranquilamente, sin preocuparme de que me llamen la atención en la oficina. Cuando salgo de compras, doy largos paseos y casi siempre acabo tomándome un café en un bar. Lo único que echo de menos es la compañía. Charlo con las dependientas que conozco de más tiempo. Cuando vuelvo a casa no suelo estar demasiado cansada, así que todavía tengo ganas de hablar con mi marido y mis hijos, llevarlos o recogerlos de donde haga falta. También solemos salir a dar una vuelta media hora por lo menos. Cuando llegan las nueve de la noche, yo bajo las persianas, cenamos y preparo lo que haga falta para el día siguiente. Después vemos la televisión un rato todos juntos, y yo me siento afortunada de poder disponer de mi tiempo y disfrutar de mi familia. He visto la película "Una mamá en apuros", que no es una gran cosa. El único problema que tiene esa mujer es que se organiza muy mal, pero no hay razón para que no pueda ser feliz con la vida que lleva.
Música: El canto del loco. Eres tonto.