Acabo de conseguir esta imagen y no puedo dejar pasar la oportunidad de afirmar que el presidente venezolano no es más que un dictador socialista disfrazado y no podemos volver a caer en esa trampa que ha causado la muerte y la ruina en tantos países.
Hubo un tiempo en que yo sí que era realmente un espíritu puro. Incapaz de mentir o de decir que no. Aprendí por el camino más duro que siempre hay alguien que intenta aprovecharse y encima no te lo agradecen. Hay gente especializada en quedarse con el mérito ajeno. Todo lo que hacen reluce y sus fallos no son visibles. Sin embargo, yo, soy como soy, incapaz de fingir para quedar bien, de inventar historias o echarme flores. Así que siempre me ha tocado hacer el trabajo monótono que nadie aprecia, gastar el dinero que no tengo o pasar el tiempo con gente que no me valora. Me resigné a la idea, ya que no me queda otra. Porque, por más esfuerzos en contra que he hecho en estos años, no puedo evitar seguir siendo en el fondo una buena persona, un alma cándida. Me pierden los sentimientos y no puedo ver sufrir a nadie, aún cuando sepa que a los cinco minutos se estará riendo, de mí.
A veces me gustaría ser diferente. Haber podido, por ejemplo, irme a trabajar, aún sabiendo que me iba a gastar todo el sueldo en guarderías y asistentas. Pero, que me quitaran lo bailao: yo haciendo vida social y otra persona cargando con mi trabajo sucio (nunca mejor dicho). Pero fui incapaz de renunciar a estar con mi marido y mis hijos y ahora tengo que aguantar que algunos piensen que son una persona aburrida y elemental. Llevo veinte años sin disfrutar más de quince días de vacaciones al año, y aún de apartamento, no de hotel; y algunos piensan que lo que pasa es que no sé administrarme o que soy tonta. El caso es que, desde luego, no despierto ninguna admiración entre mis conocidos, sino más bien lástima. Eso es lo que he conseguido siendo buena persona. Al menos yo sé que soy feliz así y seguramente no lo sería de ninguna otra manera.
Música: Laddy Gaga-just dance