Un estudio de la universidad de Pennsylvania, revela que las mujeres son más infelices ahora que hace cuarenta años. Dicen que la razón es que ahora tienen más aspiraciones y por ello se sienten más frustradas. Creo que no es sólamente por eso, sino por algo más sencillo. La felicidad no consiste en hacer muchas cosas y tener todo lo que deseas. Naturalmente, cubrir tus necesidades ayuda mucho. Pero, ¿de qué te sirve ganar más dinero si no tienes tiempo para disfrutarlo? Comprar una casa más grande donde no estás nunca, tener un coche más potente para conducir por el atasco. Los niños que tienen demasiado juguetes no juegan con ninguno. Así, las personas que quieren destacar en todo resultan ser más infelices, porque es materialmente imposible por falta de tiempo.
El día tiene venticuatro horas, de las cuales pasamos ocho durmiendo, ocho trabajando, la mayoría, y otras tres comiendo. En las cinco restantes entran las necesidades físicas y el aseo, los desplazamientos de un sitio a otro y las obligaciones mínimas de una casa, como hacer las camas o poner la lavadora o limpiar. Así nos quedan apenas dos horas para relacionarnos con la gente que realmente nos importa. Las mujeres actuales son más infelices porque, como yo he comprobado en estos años, se necesitan al menos cuatro horas diarias: dos para mantener una buena relación con tus hijos, padres y amistades (lo cual supone dedicarles a cada uno al menos media hora en exclusiva); otra hora para nosotras mismas y otra para nuestra pareja. Es una cuestión de aritmética pura.