Durante el curso tengo poco tiempo seguido para leer y me limito a los periódicos y las revistas. Pero en el verano retomo los libros y tengo que confesar que generalmente sólo leo ciencia ficción y fantasía. Con los libros pasa lo mismo que con el cine: se supone que las únicas buenas películas son los dramas. Las comedias se miran con desprecio, salvo alguna excepción. En literatura, una novela tiene más calidad cuanto más desagradable, triste o enrevesada sea. Además, la mayoría de la gente se limitan a los éxitos editoriales y les gustan, por decreto.
Yo soy friki. Me gusta Harry Potter, el Señor de los anillos (que no es literatura fácil), Isaac Asimov... Lo que ocurre habitualmente es que en las películas que se hacen a partir de libros sólo se ve una cuarta parte de la historia. La última de Potter, por ejemplo, me ha gustado mucho, pero sin duda el libro siempre es mejor. Ahora he descubierto lo que llaman despectivamente Literatura Juvenil romántica y he encontrado cosas estupendas, y otras muy corrientes. Ahora lo que tiene más fama es Crepúsculo y Corazón de Tinta porque han salido las películas.
La trilogía de Cornelia Funke se compone de tres libros: corazón de tinta, sangre de tinta y muerte de tinta. Son tres novelas mucho más profundas y con más fondo que lo que se ve en el cine. Mi hija ha visto la película y le ha decepcionado, pero supongo que estará bien para quien no haya leído los libros. La autora crea un mundo paralelo que nace de la lectura, donde los personajes reales se relacionan con los ficticios hasta el punto de no haber distinción entre unos y otros.
Cada uno de ellos tiene una personalidad compleja y definida, y las descripciones consiguen trasladarte a ese nuevo mundo. Sin embargo, nunca será considerado un libro clásico, ni tampoco otras novelas del género de fantasía como Heliconia, Dhune, Memorias de Idhun, Finis mundi, o tantas otras. Al menos a los escritores les quedará el consuelo de haberse hecho ricos algunos, y de la admiración de sus lectores. No puedo acabar si advertir, sin embargo, que en algunos libros, como El portal de los elfos, se utiliza la historia como excusa para introducir un adoctrinamiento moral a espaldas de los padres, y hay que tener cuidado con lo que leen los niños.
Música: el peón del rey de negras. Mecano