Soy una persona que sueña mucho y además recuerdo buena parte de mis sueños. Creo que eso me ayuda a poner en orden mis pensamientos, pero tiene otro efecto importante. Cuando estoy dormida a veces me transformo en una persona diferente porque vivo situaciones que nunca me han sucedido y las siento como si fueran propias. Es decir, en mis sueños soy como una actriz interpretando otros papeles en la vida que no tienen relación conmigo.
A veces lo paso realmente mal. He llegado a soñar que habían matado a mi familia o que yo misma había matado a alguien. He sentido la culpabilidad y el peso más grande que se puede llevar la conciencia. He soñado, muchas veces, que perdía a mis hijos o que tenían un accidente. Supongo que es una preocupación normal en una madre, pero se pasa fatal. También he soñado que mi marido me era infiel o que yo lo había sido y he sufrido pensando que nada volvería a ser como antes.
No sé si es normal o no tener tantas experiencias oníricas y recordarlas. No voy a contar ahora las que tienen que ver con el más allá y la trascendencia. Sin embargo, creo que soy afortunada porque, a pesar de que a menudo me hacen sufrir, también me ayudan a ponerme en el lugar de otras personas, a sentirme como ellos se sentirían. A veces resulta agotador, sin embargo, tener tanta vida en sueños y me gustaría poder relajarme y no pensar en nada. Suelo tener esos sueños sobretodo cuando estoy incómoda o tengo calor.
Hay unos sueños que me han marcado especialmente. Soñé hace años que mi padre tenía una amante y se iba a ir a vivir con ella. Hace poco he soñado que mi madre hacía lo mismo, cosa aún más absurda a su edad. De este modo he llegado a sentir la sensación de abandono, de incomprensión y angustia que deben tener los niños que se encuentran en esa situación sin tener ninguna posibilidad de cambiar las cosas. Creo que es uno de los peores sufrimientos que existen en la vida. No lo olvidéis nunca. La infidelidad destroza familias.
Música: Alice keys - fallin