Ya se sabe que los adolescentes de por sí tienden a creer que sólo ellos tienen la razón, que todo lo que se hizo en el pasado está equivocado, que sus padres han nacido ayer y sus amigos, en cambio, son una enciclopedia ambulante. Precisamente por eso, la labor de la sociedad debería ser calmarlos, ayudarles a darse cuenta de que aún les queda mucho por aprender y que esa es la tarea más importante que tienen en sus vidas.
Pero estas revistas, especialmente para las chicas, promueven la superficialidad, la adicción a la moda, la obsesión por las dietas y, sobretodo, la adoración ciega a sus ídolos adolescentes; los cuales no son en general precisamente un buen ejemplo a seguir. Incluso se permiten dar consejos sobre sexualidad, incluídas nuevas posturas para el coito, a unos chicos que todavía deberían estar iniciándose en el mundo de las relaciones sentimentales.
Ponerlos contra sus padres, por si hacía falta; animarles a que se vuelquen en las redes sociales de internet, sabiendo las posibles consecuencias; no prevenirles de las consecuencias del abuso del alcohol y el consumo de drogas... Todo lo que sea necesario para gustar a los adolescentes y, por tanto, vender más revistas, que es de lo que se trata: ganar dinero a costa de lo que sea y de quien sea. Me pregunto si es que ellos no tienen hijos.
Me pregunto si los redactores duermen bien por la noche. Si piensan que todo vale, nunca mejor dicho, o que si las cosas suceden, ¿por qué vamos a negarlas?. Cuando salen noticias de niñas asesinadas, de chicos agresivos y pederastia, ¿no sienten un cierto resquemor? Cada cual en su vida, su familia, su lugar de trabajo, tiene una influencia sobre el entorno social, mayor o menor. En su caso muy grande. No pueden lavarse las manos de las consecuencias.
Música: Sin documentos. Los Rodríguez