REDACCIÓN HO.- Con la intención de ayudar y potenciar la labor de esta Diócesis desde España, un grupo de personas cercanas a Monseñor Juan José Aguirre Muñoz constituyeron en Córdoba el 12 de Junio de 2002 la Fundación para la Promoción y el Desarrollo de Bangassou, entidad sin ánimo de lucro y con el único objeto de canalizar todo tipo de ayudas, tanto económicas como materiales, para la promoción, desarrollo y ejecución de proyectos de protección sanitaria y social para la necesitada población de Bangassou. Inmaculada Cortiguera, la cooperante que está en Bangassou con su marido Ángel, relata en esta crónica lo padecido estos dos últimos días en Bangassou. Brota la impotencia:
Hemos podido contactar con Bangassou. El primero que ha llamado ha sido Ángel, él está bien, con el gato que le sirve de compañía permanece en casa. Casa de puertas abiertas, no por acoger a nadie, sino porque entraron rompiéndolas.
Él ya nos ha dado una idea de lo que ha sucedido en estos dos días de barbarie. Primero me ha mencionado a Jean Marie, el jefe del garaje, hombre de confianza de la misión, el de más antigüedad. Le maltrataron como quisieron con tal de que les entregaran los coches pertenecientes a la misión que él había escondido en los campos, en los barrios. Apareció sin gafas, descalzo, con la ropa destrozada y golpes por todo el cuerpo.
Han destrozado su casa también, la casa de los padres espiritanos y la
casa de las hermanas franciscanas, el garaje y la carpintería. Entraron
en el hospital general, también en nuestro hospital de Bangondé saqueando la farmacia y destrozando
el quirófano y el dispensario. Poco después nos ha llamado el abbé
Alain, quien ha confirmado lo que contaba Ángel. Ha añadido que también
han arrasado su despacho del Colegio San Pierre Claver así como el del
Jefe de Estudios, han entrado en las habitaciones de los sacerdotes y
les han cogido lo que les ha convenido, teléfonos, radio… Al entrar en la ciudad de Bangassou se dirigieron directamente a la misión.
Todo es un sinsentido, es destrozar por destrozar, sembrar el terror entre la gente.
Siento la tristeza de Juanjo, (nuestro querido obispo), tanto trabajo, tanto esfuerzo en levantar la misión, y un grupo de desalmados en unas horas lo tiran casi todo por tierra. Sin embargo es él quien me anima,
es él el que dice que ya levantaremos todo otra vez, es él quien me
pide que no me desanime, que podremos salir adelante. Y yo quiero
creerle, quiero decirle que claro que sí, pero no puedo. Me dice que qué
bien, que ya he podido hablar con Ángel y que está bien, y le digo que
sí, que me alegro infinitamente, como nunca me he alegrado de oír su
voz, y de oírle con una voz animosa. Pero también le oigo contar la
barbarie del destrozo, y yo, que solo llevo seis meses aquí siento la
desolación, la tristeza, la impotencia, la rabia… Juanjo me toma del
brazo, me lo aprieta, de verdad que este hombre me admira.
Llegábamos a Maison Comboni y él nos iba diciendo a Henar y a mí la oración de Santa Teresa, “Nada te turbe, nada te espante,
todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, quien a
Dios tiene nada le falta. Solo Dios basta”. Y yo escuchaba esto con los
ojos llenos de lágrimas.
Mientras escribo esto se ha desatado una
fuerte tormenta sobre Bangui. La lluvia cae con fuerza. Quizá es que
también el cielo llora por lo ocurrido en la ciudad de Bangassou.
Que descanséis. Mañana será otro día.
Un abrazo,
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